Votación del domingo calibrará el panorama para las presidenciales de 2024

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Venezuela es uno de los países de Latinoamérica que más comicios realiza. Este 21 de noviembre los venezolanos volverán a las urnas para elegir gobernadores, alcaldes, diputados y concejales que estarán en los cargos por cuatro años y servirá para calibrar el panorama para las presidenciales del 2024.

RL / Idaed / Elcolombiano

La cita tiene tintes únicos y, a la vez, es una historia repetida: por primera vez desde 2015 una parte importante de los partidos que se autodenominan como opositores participarán; a su vez, la Unión Europea estará como veedor, un hito que no sucedió en las legislativas de 2020 y las presidenciales de 2018.

La jornada de este domingo mide la fuerza de cuatro oposiciones distintas, pone a prueba la capacidad de estas de dialogar, pues podrían reconfigurar el liderazgo opositor y calibrarían el panorama para las presidenciales de 2024 y las legislativas.

Ese horizonte nacional impacta lo que sucede en el exterior: los opositores tradicionales dialogan en México con el gobierno, pero si sus partidos no alcanzan puestos importantes en los comicios y las nuevas oposiciones sí lo consiguen, la representatividad de sus delegados en las conversaciones quedaría en duda.

Para el gobierno, las elecciones regionales son una puesta en escena con la que Nicolás Maduro intenta enviar el mensaje de que, aparentemente, sí se puede realizar una jornada democrática a pesar de estar arriesgando poco: su asiento en la Presidencia no está en disputa, el poder nacional no cambia y el oficialismo va con ventaja frente a sus contrincantes.

Pero el relato cíclico de la política venezolana se repite: parte de la oposición alega falta de garantías, las condiciones de partidos oficialistas y sus detractores para hacer campaña son divergentes, en la mayoría de escaños de los magistrados del Consejo Nacional Electoral (CNE) hay oficialistas, y la oposición, otra vez, va fracturada a las urnas.

La maquinaria

Hay un cúmulo de partidos y movimientos políticos que se autodenominan como rivales del gobierno, pero en esa amalgama hay colectividades con características diferentes.

Está la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que aglutina partidos tradicionales que respaldan a Juan Guaidó como “presidente interino”, y se articula también con la Plataforma Unitaria: los que este año intentaron negociar con el gobierno de Maduro en México hasta que se levantó de la mesa por la extradición de Álex Saab.

La MUD lleva importantes candidaturas por las gobernaciones con Tomás Guanipa en el Municipio Libertador (Caracas), José Manuel Olivares en el estado La Guairá, Luis Florido en Lara, entre otros. Unos 18 estados tienen candidaturas únicas de la MUD, pero no son los únicos aparentes contrincantes del oficialismo.

También está Alianza Democrática, la agrupación de partidos que participaron en las legislativas de 2020, que definieron la Asamblea Nacional actual, un parlamento que sí es reconocido por el régimen de Nicolás Maduro, pero que carece de la anuencia de parte de la comunidad internacional (Colombia, Estados Unidos, la Unión Europea).

Esa Alianza es minoría en el parlamento y quienes la integran son calificados por la oposición tradicional como “alacranes”. José Gregorio Correa, diputado y coordinador de la Alianza, opinó que “quienes nos dicen opositores colaboracionistas son los mismos que hoy están participando y antes decían que no había condiciones. Nuestra mejor condición es salir a votar”. Su agrupación también va unida en el tarjetón.

Fuerza Vecinal es otra de las oposiciones, una colectividad creada este año por dirigentes locales, quienes intentan formar alianzas para ganar alcaldías y gobernaciones. Coordinada por David Uzcátegui, candidato a la Gobernación del estado Miranda; y Gustavo Duque, opcionado para la Alcaldía de Chacao, logró sellar un pacto en el estado Miranda con el candidato de la MUD, Carlos Ocariz, un acuerdo extratemporáneo que no fue avalado por el CNE.

Hay, incluso, partidos oficialistas que se disfrazan de oposición, como los Tupamaros y el Comunista; además está el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la colectividad de Maduro que pretende mantener el poder local.

Desempolvar las fichas

Henri Falcón, uno de los únicos dos “opositores” que se postuló a las presidenciales de 2018, en las que Maduro estuvo diez veces en el tarjetón, es candidato a la Gobernación del estado Lara por su partido Avanzada Progresista, un cargo que ya ocupó en dos ocasiones.

Manuel Rosales, exalcalde de Maracaibo y dos veces gobernador del estado Zulia, aspira regresar a esa Gobernación por la MUD, enfrentando al oficialista Omar Prieto, quien le arrebató ese puesto en las regionales de 2017.

Falcón, Rosales, Tomás Guanipa o José Manuel Olivares son algunos de los políticos con más años de experiencia que hicieron campaña para las elecciones de este domingo, no obstante, su carrera comenzó tarde.

La oposición decidió participar en el último momento, cuando quedaba solo un día para inscribir candidaturas, mientras los oficialistas llevaban meses ganando terreno en los barrios para conquistar votos en una Venezuela en crisis. Félix Seijas, de la consultora Delphos, apuntó que la participación de los venezolanos podría rondar el 40 %. “Las oportunidades existen y se han visto reducidas por la dispersión del voto”, agregó.

Ya pasaron más de seis años desde la última elección en Venezuela que contó con el visto bueno de la comunidad internacional. Estos comicios regionales son una prueba ante el mundo de qué tan real es el supuesto espacio democrático que delinea el régimen.

Y Nicolás Maduro, cercado por las sanciones que le impiden acceder a recursos económicos, necesita mostrar garantías para ganar espacio en una contienda en la que nada arriesga.

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