Víctor Rago: Pensamos abrir un nuevo ciclo de conversaciones con el Gobierno

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El antropólogo dijo que desaprueba las medidas impuestas contra Venezuela porque terminan empobreciendo a la población.

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Andábamos buscando un libro de Víctor Rago y uno de sus alumnos sacó de su bolso Poesía popular llanera, editado en 1993 por la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, casa de estudios de la cual el escritor ganó el rectorado hace dos semanas.

La pasión llanera le viene a Víctor Rago por ser oriundo de Espino, un caserío guariqueño metido en la vía que va desde Valle de La Pascua a Parmana, pueblo a orillas del Orinoco que vive de la pesca y siembra de algodón.

En ese camino polvoriento se atraviesan Los Hileros de Parmana, retazos de agua que discurren por esa tierra llanera como si fueran unas venas hinchadas de aguas transparentes que van a dar al Orinoco. “Yo siento nostalgia todos los días por ese suelo”, dice el flamante rector de la UCV. 

Claro, Víctor Rago todavía no vive con ese triunfo, labrado a punta de alianzas y por eso se presentó a dar clases al día siguiente de las elecciones en la sede de la Escuela de Antropología, de donde es profesor hace aproximadamente 30 años. Incluso un grupo de alumnos grabó en celulares el momento en que Víctor Rago entró a su escuela con un bolso en la espalda y le hicieron un pasillo de aplausos. Una especie de alfombra roja. 

Pero ya pasadas las elecciones (primera y segunda vuelta), las primeras con la incorporación de los obreros y personal administrativo, Víctor Rago comienza a hablar con un lenguaje alejado de la poesía llanera y distinto al de su antecesora que estuvo 15 años como rectora de la UCV: la odontóloga Cecilia García Arocha. Él es antropólogo, con doctorado de Lingüística en La Sorbona, París, país donde vivió durante los años 80’.

—¿Qué es lo urgente en la UCV?

—Voy a referirme a dos acepciones de la palabra urgente. En una primera acepción podemos entender la palabra urgente como todo aquello que está ligado a las condiciones de privación material en la que se encuentra la universidad, sus trabajadores y estudiantes: es decir, presupuesto exiguo, sueldos y salarios indignos de esa denominación y providencias estudiantiles y servicios con enormes dificultades de financiamiento, precisamente por la insignificancia del aporte presupuestario estatal. Eso plantea una situación urgente.

—¿Cómo encarar esa urgencia?

—Nosotros pensamos sostener conversaciones, abrir un nuevo ciclo de conversaciones con el Gobierno Nacional y apelar a los argumentos más persuasivos y más lógicamente convincentes para que el Ejecutivo entienda que no es sensato, que no se sitúa en la línea del razonamiento lógico, la privación de recursos para las universidades públicas.

—Usted habló de dos acepciones del término urgente. Ya explicó una. ¿Cuál es la otra?

—La otra acepción tiene que ver con los cambios que son necesarios promover en el seno de la propia institución para que ésta se transforme en una universidad de vanguardia, de la sociedad del conocimiento, en una universidad del mundo contemporáneo.

—¿Esa es su prioridad como nuevo rector de la Central?

—El eje central de los esfuerzos se va a orientar a la revisión crítica destinada a la renovación integral del régimen académico de la universidad. No solamente hay que procurar actualizar los planes de estudios, muchos de los cuales tienen décadas en estado de fosilización.

—¿Eso también toca las carreras que ofrece la UCV?

—Sí, esa es la otra parte: las carreras, el sentido de las carreras, las carreras que en el mundo contemporáneo deberían ser ofrecidas por las universidades de vanguardia. Sin menoscabo de la oferta de carreras a las que pudiéramos llamar históricas, tradicionales, se mantenga, eso sí, renovadas también, de forma que puedan entrar en sintonía con el mundo contemporáneo.

—¿La UCV no se encuentra en sintonía con el mundo contemporáneo?

—Cuando se habla de modernizar la universidad, de actualizar los planes de estudio, de articularse al mundo de hoy, a veces se piensa que la universidad debe hacer es un esfuerzo de adaptación a las condiciones que el mundo extrauniversitario le impone. No es así exactamente. De lo que se trata es que la universidad esté en condiciones de interactuar con el mundo, que es otra cosa.

—¿Cómo debe la UCV interactuar con el mundo contemporáneo?

—La universidad no puede desconocer las líneas maestras que forman el estado de cosas en el mundo contemporáneo. Pero eso no significa que la universidad tenga que adaptarse resignadamente como resultado de una imposición interna a esas características del mundo. Creo que la universidad se moderniza incorporando los grandes temas de la humanidad, aparte de los temas específicos de las carreras particulares, en la medida en que la universidad se convierte en una institución capaz de intervenir en la configuración del mundo contemporáneo.

—¿Cómo caracteriza usted ese mundo contemporáneo?

—Ya sabemos que en el mundo contemporáneo operan grandes fuerzas e intereses muy poderosos que no siempre están a favor de los valores sobre los cuales descansan las instituciones académicas, sobre todo del sector público.

—Venezuela ha estado en la mira de esas ‘fuerzas e intereses muy poderosos’ especialmente en los últimos tiempos. ¿Cómo analiza usted ese foco que colocan sobre el país esas fuerzas poderosas?

—En todo esto hay una dimensión política que no puede subestimarse. A veces el término política lo utilizamos de una manera tan laxa que da para todo. Cualquier cosa que se haga es política. Pero existe efectivamente una dimensión política puesto que se trata de problemas que tienen que ver con la forma en que la sociedad se organiza para atender las necesidades de sus integrantes y para tratar de brindarle el bienestar y progreso. Allí la universidad tiene un papel importante que desempeñar.

—¿Qué debería decirle la universidad a ese mundo contemporáneo?

—Por modestas que sean las fuerzas de las instituciones académicas, aún así, las universidades tienen algo qué decir. Esa capacidad para participar en los escenarios del debate público, es lo que le confiere a las universidades su valor singular. Yo creo que la actualización debe ser para eso. La universidad como institución, debe hacer presencia en los escenarios del debate público, tanto en el país como fuera. Ese horizonte de modernización concebido en esos términos es lo que quisiéramos impulsar en la Universidad Central y para eso estamos convocando el concurso de todos. Porque la universidad no es una institución con una sola voz, es una institución de voces innumerables, de voces múltiples, es el domicilio de lo diverso.

—¿Cómo se hace política desde la universidad?

—La forma de hacer política la universidad no es asociándose a un determinado cuerpo de ideas en particular o a un proyecto impulsado por sectores específicos. La forma en la cual la universidad puede hacer política con ´p´ mayúscula es participando con sus múltiples voces en el debate público nacional e internacional sobre la situación económica, los problemas de la salud, la cultura.

—¿Acaso la universidad ha estado ausente de esos debates públicos?

—Ese papel de actor público con voces diferentes que la universidad debe desempeñar, se ha contraído un poco en los últimos tiempos, en parte por el debilitamiento de las instituciones a causa de las restricciones materiales. Pero la universidad debe abrir sus puertas para que en el propio espacio académico los problemas del país encuentren un lugar.

—¿Qué palabra tiene usted para esa situación de bloqueo vivida por Venezuela a causa de las sanciones impulsadas por Estados Unidos?

—Yo abrigo serias reservas sobre la utilidad de las medidas que terminan empobreciendo y creándole dificultades a la población en general. Creo que el mundo marcha dando tumbos por caminos sinuosos, por caminos en zigzag que determinan que intereses poderosos terminen afectando a países relativamente débiles. Yo desapruebo las medidas que en última instancia terminan convirtiéndose en trabas, en restricciones y creando cada vez más dificultades. Pero claro, no debe confundirse lo que el rector piensa a título personal con lo que puede pensar la institución.

—¿Ya usted designó una comisión de enlace con miras al traspaso de poder dentro de la UCV?

—Estamos trabajando, no con la fluidez que querríamos, pero estamos en el proceso de establecer la comunicación y de poder hacer que el tránsito de una administración a otro pueda completarse de la mejor manera posible.

—¿Cuándo asume el rectorado?

—El acto formal, la ceremonia de juramentación, va a celebrarse el 20 de julio en el Aula Magna.

—¿Con qué se ha encontrado a nivel administrativo?

—Todavía no hemos hecho esa pesquisa meticulosa. Esperamos encontrarnos con las cosas en orden y si no fuera el caso, pues habrá que adoptar los correctivos necesarios.

—Las recientes elecciones en la UCV fueron las primeras con las normas dictadas mediante una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia derivadas de la Ley Orgánica de Educación Universitaria. ¿Cómo evalúa ese proceso?

—La participación indudablemente se amplió porque se incorporaron dos sectores que habían estado excluidos del ejercicio de los derechos electorales: los empleados administrativos y los obreros; también sectores del profesorado como los instructores, por concurso de oposición y contratados. Fue una ampliación parcial porque el reglamento transitorio, cuya vigencia expira 15 días después de la juramentación de los ganadores, no consideró alguna de las especificaciones del numeral tres del artículo 34 de la Ley de Educación Universitaria, según el cual se establece el mismo valor del voto para todos lo sectores. Debe hacerse un debate sobre la democracia universitaria

—¿Cómo debe ser esa democracia universitaria?

—La universidad no es una pequeña sociedad, de modo que calcar mecánicamente el modelo de la democracia política de la sociedad, imponerlo sobre la colectividad universitaria no le hace justicia a los atributos que caracteriza cada uno de los sectores que componen la comunidad universidad. Las normas no deben reemplazar el debate, deben recoger el saldo positivo de los debates.

—La UCV y otras universidades pidieron al TSJ anular la Ley Orgánica de Educación Universitaria porque la consideran inconstitucional. Está pendiente que la Sala Constitucional tome una decisión al respecto. ¿Usted como nuevo rector va a insistir en ese planteamiento?

—Lo ideal seria que el órgano decisorio emitiera el fallo correspondiente y luego se verá cuáles son los efectos y cuáles las acciones a tomar en caso de que se estuviera en desacuerdo con el fallo.

—¿Usted va a seguir dando clases?

—No soy el primero que lo hago. Ha habido rectores que han mantenido sus clases, Luis Fuenmayor Toro fue uno de ellos. El ejercicio de la función directiva tiene que ser compatible con la vida académica. Yo dicto una materia (Morfología y Sintaxis) en el pregrado de la Escuela de Antropología y otra en el doctorado de Ciencias Sociales.

—¿Cómo ganó el rectorado de la UCV?, ¿qué factores lo respaldan?

—Nosotros que ya de por sí éramos una fórmula, una opción rectoral resultante del consenso, después de la primera vuelta (9 de junio), pudimos enriquecer esa diversidad para construir nuevamente una fórmula consensual.

—¿Quiénes estaban en esa fórmula consensual que le dio el triunfo en la segunda vuelta el pasado 30-J?

—Allí participaron dos integrantes de la opción rectoral que encabezaba Amalio Belmonte y que pasaron a segunda vuelta. Se trata de la profesora María Fátima Garcés, candidata a vicerrectora académico y José Balbino,  a vicerrector administrativo. La opción que encabezaba Betancourt, también acordó que iban a respaldarnos.  

—Frente a esa gama de alianzas, ¿usted garantiza la gobernabilidad en la UCV?

—Yo creo que eso es perfectamente posible, porque, por un lado, el equipo rectoral actual quedó constituido por personas provenientes de tres fórmulas distintas: los vicerectores (académico y administrativo), la secretaria y mi persona. Pero esa no es una situación atípica, infrecuente en la UCV porque a lo largo de la historia lo verdaderamente raro es que el equipo rectoral estuviera constituido, como ocurría con las autoridades salientes, por personas que habían formado parte del mismo grupo de candidatos. Lo habitual es que los equipos rectorales queden integrados de forma mixta. Así es que en ese sentido no está implícito ninguna dificultad inherente al funcionamiento de la universidad.

—Ni tampoco dificultad en el propio equipo. Pregunto. 

—Las alianzas y los acuerdos se hicieron para formar la gran agrupación de corrientes diferentes, pues allí actuamos de la forma más decente posible. Esto casi que no hay que decirlo, porque se supone que en un universidad las transacciones de naturaleza mercantil no tendrían porque estar presentes a la hora de llegar a acuerdos. Puedo afirmar que todos esos acuerdos fueron perfectamente transparentes y se fundaron en convicciones compartidas acerca de lo que debe ser la nueva etapa de la universidad.

—Precisamente se ventiló un audio atribuido a la recién electa secretaria Corina Aristimuño donde habla de un “daño antropológico” que se instaló en el seno de la universidad con “alianzas perversas”

—Yo oí ese sonido y lo interpreté como una reacción momentánea causada por el impacto que los resultados electorales hubieran podido producir. Creo que la profesora ha dado demostraciones de que las cosas no eran tal como las estaba planteando en ese momento y que esa prematura reacción ha cedido su lugar a una declaración mucho más reflexiva, madura y sensata. Ya pasaron las elecciones, ya las diferencias y pugnacidades pertenecen al pasado, hay que voltear la página y armar un equipo que pueda trabajar sobre la base de acuerdos explícitos y aspiraciones compartidas.

Al detal

  • ”Es necesario abrir un debate amplio que permita participar a los diferentes sectores de la comunidad universitaria; eso sí, en forma organizada, en el debate, en la discusión, en el examen crítico de los temas de la agenda de la universidad de hoy; porque los procesos son complejos y los problemas igualmente”
  • “La universidad es una institución al servicio de la sociedad; yo dije antes que la universidad era un proyecto intelectual, ciertamente lo es; pero es al mismo tiempo un proyecto social y es del seno de la propia sociedad de donde extrae su legitimidad la institución académica”
  • “Debemos impulsar nuestra institución en la dirección correcta; es decir, fortalecerla en su desarrollo para modernizarla y hacerla apta para el mundo actual”
  • “Una de las cosas que ofrecimos es la transformación del liderazgo universitario en uno verdaderamente académico, intelectual y complementariamente político, porque sí hay una dimensión política en la alta responsabilidad de conducción rectoral institucional”

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