Nicolás Maduro sorprendió a propios y extraños al hablar de “la autorregulación de la economía”, de que “tenemos un mercado en funcionamiento” y de “cómo ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía, es una válvula de escape. Gracias a Dios existe”.
Tales señalamientos abren espacio a múltiples interpretaciones y hay incluso quienes creen que revela una línea de flexibilización económica de parte del régimen. ¿Pero qué hay detrás de este aparente consentimiento de la dolarización?
A la sombra del control cambiario, que fue una herramienta política utilizada por el propio Hugo Chávez desde 2003, se gestaron todo tipo de distorsiones e irregularidades, así como el florecimiento de economías alternativas, que terminaron alimentando a los distintos grupos de poder que le han dado soporte al chavismo.
Pero a partir de 2013, con el desplome de los ingresos petroleros, era poco o nada lo que se podía seguir administrando para aprovechar las tasas diferenciales y los cupos. A esto se sumó el efecto abrasador de la hiperinflación, que en los dos últimos años fulminó el poder de compra de los venezolanos y acabó con la moneda local que es el bolívar.
De allí que a lo largo de 2019 se ha acentuado en Venezuela lo que los economistas llaman un proceso de dolarización de facto. Se trata de un proceso desordenado donde repuntan las operaciones en otras divisas distintas de la moneda local bajo la anuencia de las autoridades, las mismas que por 16 años persiguieron a quienes operaban con el “dólar criminal”, es decir, con el tipo de cambio paralelo a la artificial paridad oficial.Nicolás Maduro sorprendió a propios y extraños al hablar de “la autorregulación de la economía”, de que “tenemos un mercado en funcionamiento” y de “cómo ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía, es una válvula de escape. Gracias a Dios existe”.
Tales señalamientos abren espacio a múltiples interpretaciones y hay incluso quienes creen que revela una línea de flexibilización económica de parte del régimen. ¿Pero qué hay detrás de este aparente consentimiento de la dolarización?
La base de este cambio se dio en septiembre de 2018 con la modificación del convenio cambiario que norma el sistema de administración de las divisas. Allí se habla de una supuesta libre convertibilidad de la moneda, pero en su propio contenido se mantiene el esquema de intervención del Estado que, con su dedo invisible, mueve e impone las restricciones operativas “al mercado”.
Es decir, que el control todavía subyace y que puede ser retomado cuando al régimen de Maduro le convenga. Además, por la forma como ha operado el sistema en el último año, todo ocurre en función de las necesidades financieras del Estado.
Si bien ha dejado que el sector privado gestiones sus propias divisas para sobrevivir, para el régimen de Maduro el mercado cambiario ha sido una vía para drenar las divisas en efectivo que obtiene de la venta de oro en el exterior. Estos recursos son puestos por las autoridades en el torrente de la economía a través de las mesas cambiarias. Se trata principalmente de euros en efectivo que terminan circulando de mano en mano.
Según la firma Aristimuño Herrera & Asociados, sólo como parte del esquema de intervención para contener la escalada del precio del dólar el Banco Central de Venezuela ha inyectado 400 millones de euros en efectivo al sistema bancario en lo que va de año.
En esencia lo que ocurre en la economía es lo que Ecoanalítica define como dolarización transaccional, ya que aumentan las operaciones que se transan en dólares o usando el dólar como referencia de precios; pero la moneda de curso legal sigue siendo el bolívar y esto es así por interés del Estado, que hace sus pagos internos en bolívares.
La emisión monetaria es la vía a través de la cual el régimen de Nicolás Maduro financia su gasto interno ante la caída de los ingresos petroleros, sin importar el efecto perverso que esta práctica tiene sobre la inflación y sobre la actividad económica en general, ya que ha aplicado medidas compensatorias para secar liquidez y constreñir el crédito que terminan acentuando la recesión.
Ahora Maduro habla de que el país siempre estuvo dolarizado, sólo que antes era por “los petrodólares del Estado” y ahora por “la autorregulación de la economía”, gracias a la cual ha aparecido un sector “que hace sus intercambios y su funcionamiento con el dólar u otras monedas de divisas convertibles (…) y eso yo no lo veo mal”.
Una verdadera dolarización implica reemplazar al bolívar como unidad de cuenta, como medio de pago y como reserva de valor; algo difícil de visualizar para Venezuela porque carece de ingresos suficientes para ello y porque el régimen de Nicolás Maduro está sometido a fuertes sanciones internacionales.
De allí que Maduro, en el mismo contexto donde habló de las bondades de la dolarización, afirmó que “vamos a tener siempre el bolívar y vamos a recuperarlo, y vamos a defenderlo”.
Con estas afirmaciones muestra su disposición a seguir adelante con el desorden actual, que le permite seguir adelante en su esfuerzo por sostenerse en el poder, pero sin resolver los problemas de fondo de la economía que son los que condenan al grueso de la población a la pobreza.
En esencia, la “dolarización chavista” permite diluir los flujos de ingresos que percibe el régimen por vías poco transparentes y generar así un alivio parcial a las tensiones de la economía, estimulando el florecimiento de un segmento emergente de empresarios que pueden crecer en ese contexto mientras la estructura productiva formal y los salarios siguen sucumbiendo amarrados a una moneda como el bolívar que se ha devaluado en más de 90% en lo que va de año.
En la disidencia del chavismo, el expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez, se tomó la revelación de Maduro de otra manera. Este lunes colgó cuatro tuits en los que expresó:
“Declaración infeliz de alguien que es responsable de que el salario mínimo de los venezolanos sea de 5 dólares al mes, el más bajo de América Latina, por debajo del umbral de la pobreza de la ONU.
A Maduro no le importa que el pueblo viva en bolívares”. “No se trata de ningún dogma sino de cumplir con la Constitución que establece en su artículo 318 que el Bolívar es nuestra moneda de curso legal, así fue aprobado por el pueblo constituyente, es un tema de soberanía e independencia”.
“Lo que dice Maduro es una muestra de su ignorancia, pero además de su entrega de la economía a las fuerzas del mercado. ¿Dónde queda la soberanía?, ¿Y el Estado?, ¿Y el socialismo?, ¿Y Chávez? Acabaron con PDVSA y la economía, ahora entregan todo”. “¿Cuál expansión de las fuerzas productivas?
El PIB tiene una caída del 60%, acabaron con PDVSA, los salarios son de hambre, sólo 5 dólares al mes, ahora este es el país bodegones, mientras el 83% de la población está en pobreza. Ahora lo rematan todo”.