Las polémicas fotos del máximo líder de la oposición de Venezuela junto a los jefes de una banda paramilitar de Colombia confirman que el control que ejercen los grupos criminales en los pasos fronterizos no discrimina. Todo el que intente pasar de un país al otro debe negociar para recibir la bendición de estas organizaciones.
El jueves 12 de septiembre fueron publicadas dos fotografías en las que aparece Juan Guaidó, presidente del Parlamento y reconocido como presidente interino de Venezuela por más de 50 países, junto a dos líderes de la banda criminal Los Rastrojos —una derivación de las desaparecidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)— en la población venezolana de Guarumito, en el municipio Ayacucho del estado Táchira, fronterizo con Colombia.
Se observa a Guaidó posando en compañía de Albeiro Lobo Quintero, alias “Brother”, y su lugarteniente Jhon Jairo Durán Contreras, alias “El Menor”, quienes para el momento de las fotografías lideraban el grupo criminal dedicado al narcotráfico y el contrabando.
Las imágenes fueron difundidas a través de la cuenta de Twitter de Wilfredo Cañizares, presidente de la Fundación Progresar, una organización dedicada a registrar la acción de los grupos irregulares colombianos en Norte de Santander. Se presume que las fotos fueron tomadas en uno de los pasos fronterizos ilegales, conocidos como trochas, que conecta ambos territorios.
Sin embargo, las imágenes no son nuevas, corresponden al pasado 23 de febrero de 2019, cuando Guaidó retó una orden de prohibición de salida del país emitida por funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro. El líder de la oposición de Venezuela cruzó al lado colombiano para acudir a un concierto organizado para recolectar fondos para los venezolanos —víctimas de una emergencia humanitaria compleja— y encabezar el fallido ingreso de ayuda humanitaria a su país.
Cañizares aseguró que su organización tuvo conocimiento de que “Los Rastrojos estaban manejando un corredor para el traslado de Juan Guaidó, donde participaron alias El Menor y alias el Brother. Tenemos los testimonios, armaron un operativo donde obligaron a la comunidad por donde pasó Guaidó. Estaban mandando a la gente a dormir y prohibían el paso de motocicletas en Cúcuta y Norte de Santander”.
Carlo Vecchio, embajador de Venezuela ante Estados Unidos designado por Guaidó, negó cualquier relación de su jefe con el grupo criminal. “Yo tuve la oportunidad de ver al presidente Guaidó en Colombia cuando se celebró la cumbre de Lima y nada de eso me lo mencionó. Más bien me dijo que fue muy riesgoso (el paso a Colombia) y que no fue fácil cruzar la frontera. En lo que conversamos sobre su salida en ningún momento me dijo que tuviera ayuda [de esos] grupos irregulares, entonces no creo que esa versión sea ajustada con la realidad”, dijo a El Espectador. “No existe ninguna vinculación del gobierno interino de Juan Guaidó con ningún grupo paramilitar, guerrillero”, aseguró.
Por su parte, el líder de la oposición no negó la veracidad de las fotos y se limitó a decir: “No pedimos antecedentes para tomar una foto”.
Aunque la existencia de unas fotos no es suficiente para afirmar que hay una relación entre Guaidó y el grupo paramilitar Los Rastrojos, lo que sí parece claro es que el líder político y su equipo recurrieron a los “servicios” o se sometieron a las normas de una de las muchas organizaciones criminales que controlan los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia.
La razón es simple: buena parte del municipio Ayacucho en Táchira, y en particular las trochas que conectan a Guarumito con Colombia, son controladas por Los Rastrojos. Todo lo que cruza la frontera (mercancías de contrabando o personas) por esa localidad de Venezuela debe ser previamente autorizado por el grupo criminal.
Para garantizar el paso por esa zona, las redes del grupo criminal han establecido alianzas con los jefes militares del gobierno de Maduro ubicados en los cuatro puntos de control que tiene la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la autopista La Fría-San Félix, que conduce al paso fronterizo.
Corresponsales de InSight Crime en el lugar constataron que en la entrada del sector Mata de Curo (en el camino a la frontera) existe un punto de control del Ejército venezolano. Más adelante hay otro punto del Ejército y de la policía de Táchira, luego una base de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) —organización que ha sido vinculada con Los Rastrojos en actividades criminales—, y más adelante un batallón del Ejército. Esta es además una de las zonas más utilizadas para el contrabando de combustible desde Venezuela.
Además, la zona es vigilada por civiles que recorren la autopista en motos; a estos se les conoce como “Los moscos”, y su función consiste en alertar al grupo criminal sobre la presencia de vehículos sospechosos o desconocidos para garantizar que la mercancía que va a transitar, bien sea de contrabando o de narcotráfico, pueda movilizarse sin contratiempos.
“A través de WhatsApp, Los Rastrojos acuerdan los pagos con los jefes militares de los puntos de control para que permitan el paso de la mercancía o personas. Ellos controlan los pasos ilegales tanto del lado colombiano como del venezolano”, explicó a InSight Crime un funcionario policial de la localidad, que pidió no revelar su identidad.
Los Rastrojos se movilizan libremente por la zona en grandes camionetas —que son conocidas por las autoridades locales—, y en los puntos de control no son detenidos en ningún momento.
En algunas de las trochas, los pobladores de Guarumito pagan mensualidades para pasar con motos y vehículos sobre estructuras de madera sobre el río, que son administradas por el grupo paramilitar.
Del lado colombiano, Puerto Santander ha estado desde hace tiempo bajo el control de Los Rastrojos. Recientemente estos se unieron a una facción narcotraficante del Ejército Popular de Liberación (EPL) asentada allí, y dominan casi 20 kilómetros de esta zona limítrofe con Venezuela, entre el corregimiento de Guaramito hasta la vereda de Vigilancia.
Su presencia responde a la dinámica criminal en esta zona, que gira alrededor del procesamiento de droga. En Puerto Santander, se tiene información de al menos tres laboratorios en donde se procesa la hoja de coca que llega desde el municipio de Tibú, en la región del Catatumbo, en el departamento de Norte de Santander.
En este contexto, parece casi imposible que el paso de Juan Guaidó por la zona no hubiera requerido de la mediación de Los Rastrojos y sus aliados militares (en el caso de Venezuela) a ambos lados de la frontera.