22 noviembre, 2024 9:37 pm

Obras de arte, refugio de los profesionales del lavado de dinero

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El lavado de dinero a través de las transacciones con obras de arte es uno de los métodos más utilizados para realizar este delito.

Actualmente, los criminales se enfrentan a un problema vital: esconder sus actividades ilegales, para poder disfrutar del dinero obtenido y evitar castigos. Por lo que surge la necesidad de tomar medidas para ocultar el origen ilícito de estas ganancias, viendo una gran oportunidad para ello en estas creaciones artísticas.

El atractivo que tienen estas maravillas para el dinero negro es que son objetos de lujo, de gran valor y difíciles de tasar, sobre todo si consideramos a aquellas obras de arte contemporáneas que han tenido poca presencia en el mercado.

Sin embargo, la clave en estos crímenes estaría en la relación marchante/artista. Siendo el primero, el individuo que comercia con obras de arte.

“La estrecha relación entre marchantes y artistas es vital para la tasación de la obra, porque los primeros tienen la posibilidad de venderlas sin aclarar a nadie el importe de la transacción, lo que posibilita no pagar correctamente los correspondientes impuestos”, explica el abogado y magistrado, especialista en delincuencia organizada y autor del libro “Así se lava el dinero en Venezuela”, Dr. Alejandro Rebolledo.

De entrada, las palabras del especialista sugieren que ya estas operaciones pueden servir para cometer evasión fiscal.

“Allí, ya existe un delito de evasión fiscal, por ser algo que se maneja entre marchante y artista, donde una factura puede reflejar un valor de compra menor de lo que se ha pagado por la obra y la diferencia abonarla en efectivo”, expone.

De acuerdo con Rebolledo, este confuso peritaje en la tasación de las obras y los acuerdos entre marchantes de arte y artistas con sus clientes, permitirían que si se hiciese una prospección de las galerías, todas tuvieran facturas al corriente, justificando sus operaciones de compraventa.

“Se fingen ventas a través de subastas a precios muy elevados, pagando una comisión a la persona que simula la compra con el dinero del propio vendedor, de manera que el importe supuestamente recibido queda ‘lavado’. A través de ese lavado de dinero, se puede enmascarar los activos de funcionarios y de actividades ilícitas. Es decir, si una persona hace una actividad ilícita y no quiere tener un registro de cuál fue la traza o el mecanismo utilizado para obtenerla o venderla, se compra una obra de arte porque esa obra se puede resguardar, ocultándola para sacarla del mercado para venderla cuando le convenga al delincuente. Así se puede ocultar la actividad ilícita realizada”, detalla.

Se fingen ventas a través de subastas a precios muy elevados, pagando una comisión a la persona que simula la compra con el dinero del propio vendedor, de manera que el importe supuestamente recibido queda ‘lavado’ – ABC
Galerías escondidas

Las palabras del especialista aluden a los cientos de contenedores repartidos por los puertos libres, repletos de obras de arte.

Con sus climas controlados, registros confidenciales y un enorme potencial de ahorro fiscal, los puertos libres se han convertido en el estacionamiento de elección para los compradores de alto patrimonio neto que buscan redondear las carteras de inversión con arte.

La tendencia está generando inquietudes sobre el uso de estos espacios de almacenamiento para actividades ilegales, reseñó el diario The New York Times.

Al menos cuatro de los principales puertos libres en Suiza se especializan en el almacenamiento de arte, y hay cuatro más en todo el mundo: Singapur; Mónaco; Luxemburgo; y Newark, Del.

Preocupados por el rápido crecimiento de estos espacios de almacenamiento privado y por que pudieran convertirse en refugios para el contrabando y el lavado de dinero, los funcionarios suizos iniciaron una auditoría en 2012, cuyos resultados se publicaron dos años más tarde.

Los resultados revelaron un enorme aumento en el valor de los bienes almacenados en algunos almacenes desde 2007, liderado por un aumento en bienes de alto valor como el arte. Aunque la auditoría no midió específicamente el aumento de obras de arte almacenadas, estimó que había más de 1.2 millones de obras de arte solo en el Puerto Libre de Ginebra, algunas de las cuales no habían abandonado los edificios en décadas.

A pesar de los esfuerzos mejorados de Suiza para rastrear el inventario y la propiedad, los puertos libres siguen siendo una reserva opaca, llena de objetos cuya propiedad se puede confundir muy fácilmente.

De hecho, US$ 28 millones en obras de Andy Warhol, Jeff Koons, Joan Miró y otros fueron almacenados en el Puerto Libre de Ginebra por Equalia, una compañía registrada por Mossack Fonseca (el bufete de abogados en el centro de la controversia de Panama Papers acerca de cómo los ricos ocultan sus riquezas), en nombre de un agente de diamantes, Erez Daleyot, en 2009.

Una vez en el almacenamiento, el arte fue usado como garantía para las deudas que el Sr. Daleyot le debía a un banco belga, según documentos judiciales. Ahora, un hombre llamado Leon Templesman, presidente de una compañía de fabricación de diamantes de Nueva York, Lazare Kaplan International, está tratando de aprovechar el arte como parte de una disputa con el Sr. Daleyot y el banco.

El Sr. Templesman dijo que la aceptación de la confidencialidad del puerto franco hacía que tales ataques fueran más complicados. El banco, KBC, dijo que había mantenido el arte en el puerto libre “por precaución” y que no podía hacer más comentarios sobre un asunto relacionado con uno de sus clientes.

David Hiler, presidente del Puerto Libre de Ginebra, dijo que, como resultado de la auditoría, los suizos estaban trabajando para abordar las preocupaciones sobre la falta de transparencia. En septiembre, dijo, todos los contratos de almacenamiento requerirán que los clientes permitan inspecciones adicionales de cualquier artefacto arqueológico que deseen almacenar allí.

Al menos cuatro de los principales puertos libres en Suiza se especializan en el almacenamiento de arte – TNT

El arte del lavado

Un operativo conjunto entre la Policía Nacional y la Fiscalía General de Colombia identificó a mediados del 2018 al eslabón clave de una red de lavado de dinero del narcotráfico.

Se trataba de un delincuente identificado como alias “El Coleccionista”, quien se convirtió en la ficha clave para ejecutar millonarias operaciones de blanqueo de capitales provenientes de la organización criminal del narcotraficante Daniel “El Loco” Barrera, extraditado a Estados Unidos.

A través de un comunicado, las autoridades desvelaron que El Coleccionista fungía como testaferro del excapo y operaba en Bogotá. Gracias al apoyo del entramado criminal, el hombre pudo formarse como especialista en obras de arte, historia y literatura, y así moverse cómodamente y sin levantar sospechas en el círculo de los marchantes.

Según las investigaciones, aunque El Loco Barrera había sido extraditado, la organización que lideraba continuó con sus operaciones en Colombia. Parte del dinero percibido por los envíos de droga era operado por empresas  fachadas con sede en Panamá, que volvían a ingresar los recursos a Colombia sin ser detectados.

“El Coleccionista” era quien determinaba el momento de reingresar el dinero a Colombia para luego utilizarlo en la adquisición de obras de arte valoradas entre 25.000 y 30.000 dólares.

Luego de un allanamiento para desmantelar la red criminal, la policía logró incautar 34 pinturas, valuadas en conjunto en más de un millón de dólares, además de casi US$ 300.000 dólares en efectivo.

Otro caso emblemático fue el de Luís Bárcenas y su esposa, Rosalía Iglesias. El ex tesorero del Partido Popular de España y su mujer quisieron justificar el ingreso de 560.000 euros en su cuenta con la venta de unos cuadros del siglo XV a la marchante de arte, Isabel Mackinlay.

La supuesta comerciante de obras confesó al magistrado Pablo Ruz que no era marchante de arte sino “restauradora”, y que plasmó su firma en un contrato de compraventa ficticio de dos obras de arte por una comisión de 1.100 euros. Una cifra ridícula frente al medio millón de euros ingresado en la cuenta de Iglesias, proveniente de una de las cuentas suizas de su marido.

De estos escenarios tampoco ha escapado Venezuela. “Hemos detectado en el caso venezolano que, dentro de los 800 mil millones de dólares que señalo en mi libro “Así se lava el dinero en Venezuela”, también han utilizado esa forma de lavar dinero con obras de arte y han podido ocultar, con obras de arte en el mundo, dinero de estas actividades ilícitas del Gobierno venezolano, estando involucrados sujetos de diferentes tipos de negocios”, asevera Rebolledo.

Allí, la Galería Freites, en Caracas, formó parte de los pagos de la llamada caja dos de Odebrecht.

“Tuvo que ser para comprar piezas de arte”. Es la única explicación que admite Alejandro Freites, el propietario del prestigioso local en Las Mercedes -un barrio de bohemia y grandes marcas en el sureste de la capital venezolana-, cuando se le pide repasar las transferencias de fondos registradas en Suiza y por las que la fiscalía de ese país lo incluye en el elenco del ya célebre escándalo de Lava Jato, según el portal Armando Info.

“Yo no tengo nada que ver con Odebrecht”, advierte por si acaso. “Nunca supe que esa persona tenía relación con Odebrecht”.

Aunque Freites reconoce las transferencias, asegura que se trataba de la forma de pago que empleó uno de sus clientes: el abogado venezolano Héctor Dáger, el mismo comisionista que primero fue señalado en Brasil como un intermediario del gobierno venezolano y del que ahora se sabe que llegó a compartir cuentas bancarias con el director superintendente de Odebrecht en Venezuela, Euzenando Azevedo, quien en diciembre de 2016 lo delató en las interpelaciones del caso Lava Jato.

En total, Dáger aparece vinculado al flujo de 235 millones de dólares que la Fiscalía suiza atribuye a la trama de Odebrecht en Venezuela.

Las alarmas se encendieron cuando le encontraron en cuentas bancarias de ese país unos 49 millones que había recibido de Innovation Research Engineering and Development y algunas otras de las fachadas ya conocidas del gigante de la construcción brasileña para hacer circular sus pagos irregulares.

Pero, luego de ese hallazgo inicial, las autoridades suizas repararon en un caudal aún más grueso, que había desembocado en las cuentas del mismo Dáger desde el Consorcio OIV, una trinidad de empresas que, junto a Odebrecht la italiana Impregilo y la venezolana Vinccler, se constituyó en junio de 2005 para levantar en el estado de Bolívar, en la Guayana venezolana, la tantas veces prometida y todavía inconclusa represa hidroeléctrica de Tocoma.

“Además de los ingresos directa o indirectamente del grupo Odebrecht en cuentas atribuibles a Dáger, constan otros ingresos que podrían ser de interés”, advirtió la fiscal Dounia Rizzonico en un documento con fecha del 10 de noviembre de 2017, que envió desde Suiza a la Fiscalía General de la República de Venezuela con el código SV.17.0220-REZ.

“Se registraron cerca de 180 millones USD entre 2010 y 2015, provenientes de una cuenta del Consorcio OIV-Tocoma en el banco Banesco, Panamá, con la referencia de ‘purchase material’ [materiales de compra]”.

La Galería Freites, en Caracas, formó parte de los pagos de la llamada caja dos de Odebrecht – GF

Falta de controles

Ante estos escenarios, es evidente que la delincuencia organizada se vale de una clara falta de controles en el mundo del arte para cometer sus delitos.

Rebolledo asegura que hay un agujero legal en cuanto a la regulación mundial de este mercado, que permite a quienes cometen delitos económicos, fraudes financieros, corrupción y, más recientemente, tráfico de drogas, utilizar ese mercado. Amparados, a su vez, por la facilidad para transportar las obras de arte sin levantar sospechas.

“Es más difícil mover dinero en efectivo que arte. No hay en todo el mundo preparación de las autoridades aduaneras y fiscales sobre este asunto. Además, las grandes casas internacionales de subastas venden obras y admiten pago en especie. En este caso, poco se pregunta sobre la identidad de los compradores”, revela.

De hecho, el especialista en delincuencia organizada resalta que muchos profesionales del lavado de dinero tienen conexiones con algunos marchantes.

Así, “el profesional del lavado de dinero o aquella persona que puede tener relaciones o conexiones, busca quién tiene contacto con estos marchantes. Al tener ese contacto, se hace pasar por un comprador aficionado o coleccionista, para poder ocultar el origen de sus fondos con estas creaciones”, menciona el también autor del libro “Delincuencia Organizada Transnacional: El Gran Negocio”.

De esta forma, quien recibe dinero ilegal compra una obra para no llamar la atención, pues pocos conocen el arte de verdad y menos aún el arte moderno. Una obra de arte no tiene por qué implicar un signo exterior de riqueza. Una persona puede tener un montón de obras de arte en su casa y nadie percibe que sea millonario o billonario, dependiendo del valor de las piezas, recalca Rebolledo.

Incluso, esto mismo permitiría que obras que han sido robadas también sean utilizadas con este fin, ya que, una vez desaparecidas “pueden tener un valor interesante en el mercado negro, que le permitiría ser utilizada para estos fines”.

No obstante, el especialista afirma que se pueden hacer un seguimiento a estas obras y el origen ilícito del dinero con el que se compró.

“Cuando un sujeto está comprando obras de artes de manera impetuosa, no es una persona que le gustó una obra, sino que compra hasta cinco o seis a la vez, crea señales de alerta. Para ello, organismos internacionales como Interpol tienen divisiones encargadas a hacerles seguimiento a los delincuentes que hacen vida en el mundo de las artes”, manifiesta.

Rebolledo concluye que también existen mecanismos para prevenir este crimen. “Con las diferentes legislaciones que existen para prevenir el lavado de dinero, conociendo que este es uno de los métodos más utilizados para lavar dinero, para de esa manera tener un registro permanente de quiénes son los que compran las obras de arte, con lo que se lograría saber quién era el marchante, el comprador y el origen de los fondos utilizados para adquirir la obra”.

ALD / Luis Mendoza

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