Las protestas en varios países de América Latina tienen causas muy distintas, pero el experto venezolano Moisés Naím cree que hay un par de elementos que permiten un análisis macro.
El economista y ex ministro venezolano Moisés Naím, radicado en Washington, es uno de los expertos en América Latina que ha intentado ver la ola de protestas como un todo.
Y aunque insiste en las diferencias entre un caso y el otro, se arriesga a dar una explicación general.
¿Hay algún elemento común que permita explicar las protestas en América Latina?
Las diferencias son tan o más profundas que las semejanzas. Las razones por las que protestan en Chile son diametralmente opuestas a las de Bolivia.
Lo que sí tienen en común es que en América Latina estamos viendo todavía el shock externo tras el boom de las materias primas.
No es la primera vez que hay una época de prosperidad producida por factores externos, como el aumento de los precio de los productos de exportación de América Latina, que es seguida por una inesperada caída de los precios de los commodities que implica un ajuste económico que genera recortes, aumentos de precios, aumento del desempleo, mayor inflación.
Ese es un ciclo por el que América Latina ha pasado muchas veces, pero esta vez tiene un elemento diferente que es muy importante, que es que el periodo de bonanzas que hubo a comienzos de este siglo creó la clase media más numerosa de la historia.
Hoy hay más latinoamericanos fuera de la pobreza que nunca antes.
Y esta es gente que está luchando desesperadamente por no caer en la pobreza. Es gente más educada, más curiosa, más desconfiada y escéptica de su gobierno, más intolerantes con la desigualdad y la corrupción, que están viendo a ver cómo hacen para sobrevivir como clase media.
Además, es una clase media que está hiperconectada. América Latina tiene las tasas de tiempo conectados a internet más altas del mundo.
Pero, ¿por eso están protestando en Bolivia?
No. Bolivia siempre ha sido un país política y económicamente dividido entre La Paz y Santa Cruz.
Pero lo que disparó la cosa fue que Evo intentó entronizarse en el poder. No olvidemos que intentó quedarse en el poder con un referendo que perdió y que luego consiguió que una Corte Suprema tarifada le dijera que lanzarse era un derecho humano.
Si eso fuera así, la democracia no existiría, porque la democracia supone términos en los periodos presidenciales.
Luego se cometió un fraude en las elecciones, como la confirmó la OEA [Organización de Estados Americanos], y eso fue lo que terminó de llevar a la gente a la calle.
Entonces no hay una crisis de la clase media en Bolivia.
Yo creo que hay mucha fatiga con Evo y no basta con que la clase media histórica de Santa Cruz proteste.
Este terremoto político tiene en cuenta a una cantidad de gente mucho más amplia, gente que no hace parte de la política usualmente.
No es suficiente decir que es la clase media.
¿Y cree que esta fatiga hacia un líder se ve en el resto de América Latina?
Sí, el gran problema de América Latina no es el populismo: es el continuismo, el sostenimiento de malas políticas por décadas.
Lo hemos visto con Chávez y Maduro en Venezuela, que llevan 20 años; lo vemos con Evo, que llevaba 13 años; lo vimos en Brasil, donde el PT de Lula y Dilma estuvo el poder por un par de décadas y se ve con los Kirchner en Argentina.
La perpetuación en el poder es lo que más daño le hace a América Latina.
¿Y no cree que Sebastián Piñera, presidente ya entre 2010 y 2014, o el uribismo en Colombia, que fue reelecto y ahora está de nuevo en el poder, deberían entrar en esa lista?
Absolutamente. No hay excepciones. Para mí todos deberían tener un periodo y a la casa.
¿Cree que las protestas en Bolivia tendrán efectos en Venezuela?
Sí, los venezolanos se pueden sentir inspirados por lo que pasó en Bolivia. Sin duda tiene un efecto ver a los bolivianos manifestarse y lograr un cambio de una manera relativamente pacífica, sobre todo si lo comparamos con transiciones anteriores en ese país.
Esto muestra que un cambio es posible. Es un efecto de demostración. Refleja que estos gobiernos que parecían intocables, monopolistas, monolíticos, arraigados, no son tan así.
Entonces, para que haya un cambio en Venezuela, ¿se requeriría de una serie de movimientos similares a los de Bolivia, que incluyan a los militares y haya una renuncia forzada?
No lo sabemos. Estas transiciones de la dictadura a la democracia son muy distintas entre ellas.
Y ojo que Evo no hace referencia a un golpe militar, sino un golpe civil.
No es lo mismo que un militar suba al poder de la nada a que renuncie un presidente en medio de presión en la calle y de la comunidad internacional. Morales y sus aliados renunciaron.
¿Y eso no podría pasar en Venezuela?
En Venezuela juegan dos actores: los militares y los cubanos. Y eso no ocurría en Bolivia.
Entonces mientras no se saque a La Habana de Caracas y mientras los militares estén dispuestos a asesinar a sus compatriotas para mantener a Maduro en el poder, es difícil que haya un cambio.
Entonces, si hay una reanimación de la oposición en Venezuela, ¿quedaría de nuevo en la nada?
No sabemos. La variable central de estas cosas es la sorpresa.
BBC