Analistas dicen que la posición colombiana frente al gobierno de Nicolás Maduro es difícil de mantener y alejada de la realidad, pues con Juan Guaidó no se pueden negociar temas vitales de la agenda bilateral.
Explican que no se trata de establecer relaciones diplomáticas plenas dando un reconocimiento al gobierno venezolano, sino de mantener un diálogo que ayudaría en temas de seguridad y de migración, principalmente.
Aunque el presidente colombiano, Iván Duque, parece estar decidido a mantener cerrada la puerta diplomática con Venezuela, analistas dicen que Colombia debería contemplar la posibilidad de restablecer, por lo menos, un diálogo con el vecino país para poder manejar temas de seguridad, cooperación judicial, y claro, migración.
El tema surge en medio del revuelo diplomático que causó la captura de la condenada excongresista Aida Merlano en Maracaibo y que evidencia la ausencia total de canales de comunicación entre los dos países.
El gobierno de Duque le solicitó a Juan Guaidó, a quien reconoce como presidente legítimo de Venezuela, la extradición de Merlano, petición que Nicolás Maduro calificó de “ridícula”, pues le recordó a Colombia que él es quien tiene el control del Estado.
Por su parte las autoridades colombianas aseguraron que a Maduro le corresponde deportar a la exsenadora colombiana porque hay vigente una circular roja de Interpol. Pero horas después Maduro respondió, en un cambio de postura, que estaba dispuesto a restablecer relaciones consulares con Colombia para manejar temas como éstos.
Según Maduro, las autoridades venezolanas no sólo han detenido a Merlano sino que, “tenemos más de 30 personas capturadas por Interpol y no sabemos quién entregárselas porque el gobierno de Duque no las ha solicitado”.
Duque desestimó la propuesta y le respondió: ” “Hace pocas horas, el dictador de Venezuela salió a expresar que la captura de una mujer, exsenadora, acusada de corrupción, no podía materializarse en la entrega a Colombia, porque Colombia tenía una política exterior errática frente a Venezuela (…) grave error comete el dictador, porque se le olvida a él y a algunos de sus áulicos que fue él quien el año pasado, en el mes de febrero, decidiera romper relaciones políticas y diplomáticas con Colombia, pero, además, expulsando a nuestro personal diplomático y consular, al cual le dio un ultimátum de 24 horas para salir del país”, agregó el jefe de Estado.
Así fue. Maduro anunció el sábado 23 de febrero de 2019 el rompimiento de relaciones diplomáticas con Colombia, ante el apoyo que dio el gobierno de Iván Duque al líder opositor venezolano Juan Guaidó en su intento de hacer ingresar ayuda humanitaria a Venezuela.
“He decidido romper todas las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno fascista de Colombia y todos sus embajadores y cónsules deben salir en 24 horas de Venezuela ¡Fuera de aquí, oligarquía!”, dijo Maduro, ante una multitudinaria manifestación en Caracas.
Desde 2017 no hay embajador de Colombia en Caracas y desde mediados de 2018 también Venezuela se quedó sin representante diplomático en Bogotá. Iván Rincón Urdeaneta dejó el país hace mucho tiempo.
El año pasado los países vivieron otra crisis diplomática por cuenta de la decisión de Maduro de sacar al cónsul colombiano Juan Carlos Pérez, ante la expulsión de Carlos Pino, asesor externo de la embajada.
¿Se deben restablecer las relaciones?
Sin embargo, analistas colombianos plantean que Colombia debería pensar en restablecer, por lo menos un diálogo con Venezuela, por múltiples razones, más allá de la captura de Merlano.
“Independientemente de la dictadura de Nicolás Maduro, la Cancillería colombiana como representante del Estado tiene responsabilidad de Estado, y no puede establecer precedentes que en el futuro se puedan revertir contra Colombia. La relación de Colombia no es con Guaidó o con Maduro es con el Estado venezolano”, señaló Ronal Rodríguez, coordinador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Según dijo Maduro en su alocución del miércoles en la noche, “Durante el periodo de Álvaro Uribe Vélez colaboramos y cuando capturamos delincuentes los devolvimos de inmediato. Colombia y Venezuela, no importa las diferencias que tengamos, inevitablemente somos países vecinos, por lo que estamos obligados a tener relaciones políticas, dimplomáticas y cooperativas”.
¿Esto sería un reconocimiento al gobierno de Maduro? No necesariamente. De los 55 países que han reconocido a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, muchos mantienen relaciones diplomáticas con Maduro.
Es el caso de Alemania, cuyo embajador sigue en Caracas y mantiene un nivel de comunicación con ese gobierno, dejando muy claras su diferencias con Maduro.
De todos los países miembros del Grupo de Lima el único que no tiene ningún consulado en Venezuela es Colombia, explican los expertos. “En el caso de Colombia es incluso más importante porque hay 3,4 millones de connacionales en territorio venezolano que necesitan acompañamiento de las autoridades colombianas y no tienen acceso ni a servicios consulares ni a nada”, agrega Rodríguez.
De acuerdo con Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario, no necesariamente. “Si no se quiere restablecer por completo las relaciones con Venezuela, sí debería hacerse al menos a nivel de policía y consular porque hay muchos colombianos que están acá y venezolanos que están en Colombia que lo necesitan.
Sin que eso implique una legitimación de Maduro. Se debería pensar en un diálogo pragmático con Maduro”, explicó.
“La postura colombiana es muy difícil de mantener y alejada de realidad, pensar que con Guaidó se puedan negociar temas vitales de la agenda es muy compllicado”, agregó Rodríguez, quien sugiere que el gobierno colombiano podría comenzar con contactos a nivel privado, acercamientos que requieren alta política y diplomacia, manteniendo si quiere su posición radical, pero dando prioridad a las necesidades del Estado colombiano”.
Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la U. del Rosario, es muy crítico con la política exterior colombiana frente a Venezuela.
“¿Puede Colombia establecer una ruta para resolver la crisis venezolana? ¿Puede dictar la cancillería quiénes y cómo deben constituirse y comportarse las instituciones venezolanas?
¿Pueden las autoridades colombianas arrogarse lo que es legítimo y creíble en Venezuela, o lo que no? En cualquier otro escenario esto implicaría una protesta inmediata del Estado venezolano, tanto del dictador Maduro o del presidente encargado Guaidó. Pero es tal la distorsión de la relación con Venezuela que por sostener un discurso político se hace trisas la política exterior colombiana y de paso se establecen terribles precedentes en la relación bilateral”, señaló en un artículo publicado esta semana en El Espectador.
Incluso antes de llegar a la Cancillería, según reveló una conversación grabada de manera ilegal entre Claudia Blum y el exembajador colombiano en Washington, Francisco Santos, la actual ministra de Relaciones Exteriores criticaba la estrategia colombiana con Venezuela no había funcionado. “Lo que hemos hecho no ha funcionado”, señaló Blum.
Otros casos
Negarse a mantener relaciones con dictaduras es una tarea muy compleja. Rodríguez recuerda el caso de Rómulo Betancourt (1959 y 1964) en Venezuela, cuando dio la orden (conocida como la Doctrina Betancourt) de que su gobierno no tendría relaciones con países no demócratas.
“Al final su partido tuvo que echar para atrás su política exterior porque en ese momento la mayoría de gobiernos del contienente eran regímenes dictatoriales y Venezuela estaba quedando casi totalmente aislada”.
En otros casos como el de Cuba y Estados Unidos, distintos documentos desclasificados y publicados por el National Security Archive demostraron que desde el gobierno de John F. Kennedy en adelante, todo presidente de Estados Unidos, con excepción de George W. Bush, gestionó o aceptó por parte de Cuba acercamientos secretos con los hermanos Castro, con el fin de mejorar y hasta normalizar las relaciones bilaterales.
Éstos tuvieron varias constantes, incluyendo el deseo de llegar a un modus vivendi pacífico; el carácter no negociable del régimen político (por parte de Cuba) y del levantamiento del embargo (por el de Estados Unidos) como precondición para dialogar; y el uso de temas secundarios no controversiales como sombrilla para tratar asuntos más sensibles.
Antes del restablecimiento de relaciones, el 17 de diciembre de 2014, anunciada por Barack Obama y Raúl Castro, los dos países ya cooperaban estrechamente en temas de interdicción de drogas, migración, rescate de personas en ultramar y alerta temprana de desastres naturales.
Ronal Rodríguez, coordinador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, concluye: “Mientras no haya relaciones diplomáticas entre los dos países estos temas (Merlano, seguridad, migración) son difíciles de llevar.
Venezuela es un vecino molesto, antidemocrático, pero finalmente es el vecino y nos toca convivir con él. Duque se ha negado sistemáticamente ha mantener la línea mínima de convivencia y diálogo.
El bloqueo que se genera por la falta de comunicación sí tiene efectos reales en la seguridad de la zona de frontera; el discurso de Colombia puede ser de búsqueda de democracia en Venezuela, pero ese discurso está limitando la acción del Estado e independientemente de la posición política del gobierno (dictadura o no) al gobierno colombiano le caben responsabilidades”.
Idaed