El régimen de Maduro tiene desde octubre del año pasado sin enviar crudo a la compañía española Repsol mientras desvía a Asia sus embarcaciones,y especialmente a Cuba y sus otros socios.
RL / Idaed / Reuters
Los planes de Repsol enfocados en mantener relaciones con el régimen de Nicolás Maduro para lograr que Petróleos de Venezuela (PDVSA) pague la deuda millonaria que mantiene con la compañía española se desmoronan. La empresa tiene siete meses sin recibir crudo de la estatal chavista, según el último reporte de la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores).
En las estadísticas divulgadas en la página web de la corporación se evidencia que, en el caso de los proveedores de América, solo las casillas de Venezuela están vacías desde octubre del año pasado hasta abril de 2021 — período de la emisión del boletín—. Esto muestra del incumplimiento del acuerdo establecido entre Repsol y PDVSA para saldar los 340 millones pendientes del préstamo de 1000 millones de euros que en 2016 le hiciera la empresa española. Una transacción que formó parte de su inversión en un acuerdo de sociedad en el proyecto Cardón IV.
En este balance también se constata que México, Estados Unidos, Canadá y Brasil abastecen con regularidad a Repsol en el mismo lapso que Venezuela cerró su grifo y el precio del petróleo está en máximos desde 2019, considerando que el barril tipo ‘brent’, de referencia en Europa, supera los 73 dólares.
Es un hecho que el chavismo ha utilizado el traspaso de poderes entre republicanos y demócratas para replantear su política petrolera con la que ha conseguido burlar las sanciones estadounidenses desde enero, al sumar 22 petroleros que atracaron y/o zarparon de los puertos de Amuay, Maracaibo y Puerto Cabello, con destino al sudeste asiático.
Según informa Reuters, este hecho se ha materializado en la salida de 544.290 barriles de petróleo de Venezuela, un incremento de un 12 % con respecto a diciembre. Cifras que contrastan con el nulo comercio de hidrocarburos entre Venezuela y España.
La administración de Donald Trump le advirtió a Repsol sobre el riesgo de pactar con el régimen de Nicolás Maduro y le anticipó este escenario nefasto que ahora enfrenta. La compañía española no escucho. Por el contrario, insistieron en que cumplían con las leyes internacionales y restaron importancia al conflicto con Estados Unidos, limitando su actividad en el país al cobro de esta deuda que ahora queda en el limbo.
Un punto de inflexión
Por ahora, PDVSA continúa como el punto de fricción histórico entre Repsol y los Estados Unidos, que siempre ha lidiado con mano izquierda la defensa de sus intereses en el país caribeño y su presencia en la nación norteamericana. Aquí su negocio alcanza miles de millones en forma de activos y derechos de explotación que, en buena medida, compensan una deuda abultada.
De hecho, la relación entre Repsol y la oficina de control de activos extranjeros de Estados Unidos, (OFAC) ha estado salpicada de avisos, como los señalados en 2019 por Elliot Abrams, el enviado especial del gobierno estadounidense para Venezuela, quien subió un par de grados la temperatura diplomática y comercial al señalar que los negocios que involucran a los de Méndez Álvaro en Venezuela llevarían a la Casa Blanca a «tomar decisiones» contra la petrolera española.
Y aunque no se cumplieron, Repsol permanece a la expectativa y pendiente de la firma de nuevas medidas por parte de Joe Biden hacia Venezuela. Una medida que puede ser la última en un negocio que apenas aporta valor al conjunto de las operaciones de la multinacional en Latinoamérica y que, por el contrario, supone un escollo recurrente en las relaciones entre Washington, Madrid y la petrolera española.
Inversiones con pérdidas
No sólo el impago de Maduro es el trago amargo de Repsol. También el escenario de su inversión para la explotación del gas natural realizada en Venezuela que asumió la empresa junto a la italiana ENI en las aguas ubicadas frente a la península de Paraguaná, en el marco del proyecto Cardón IV es desalentador.
Los resultados financieros de la empresa española en 2020 indican que debido a los incumplimientos de Petróleos de Venezuela y la situación económica, política y social afronta un deterioro en ese activo afectando el valor de los instrumentos de financiación y cuentas por cobrar en un saldo negativo de 70 millones de euros y de las inversiones contabilizadas en un monto también negativo de 5 millones de euros.
En el caso específico de Cardón IV, Repsol revela que PDVSA le debe 739 millones de euros por la venta de gas natural, saldo que indica una reducción de 28,4% con respecto a la obligación que acumulaba la empresa venezolana a fines de 2019.
En el caso del proyecto Petroquiriquire, PDVSA acumula pagos pendientes por el orden de 333 millones de dólares que representa una reducción de 37,6% con respecto a 2019 debido a la cancelación mediante crudo.
Esta situación, obligó a Repsol a desplegar un “Plan de Resiliencia” para generar un flujo de caja libre positivo por el orden de 1.979 millones de euros para todo el año. Lo más probable es que ahora este también decaiga.