Maduro optó por acercarse a los acreedores de Pdvsa en un intento apresurado por reestructurar una deuda calculada en 60 000 millones de dólares que Venezuela tiene con distintos bonistas.
Su equipo ha iniciado llamadas telefónicas con los bonistas locales en las últimas semanas, así como con los de Colombia, Argentina y Europa, reseñó Bloomberg.
El régimen inició estas conversaciones por dos razones: La primera sería evitar posibles demandas de los acreedores por los pagos atrasados. La segunda, sentar las bases para un acuerdo de deuda en caso de que las sanciones se alivien después de las elecciones estadounidenses del próximo mes, añade el medio.
En pocas palabras, Maduro apuesta por la victoria de Joe Biden para la flexibilización de las sanciones.
El papel de Estados Unidos
Dichas medidas fueron impuestas por Trump para evitar que la dictadura venezolana siga llenándose los bolsillos con los ingresos petroleros.
Por fuera de las negociaciones quedaron inversores destacados como Fidelity Investments, con sede en Boston; Goldman Sachs Group Inc. y BlackRock Inc. en Nueva York; y Pacific Investment Management Co., con sede en Newport Beach, California.
Esto debido a que las sanciones impiden a ciudadanos y empresas de Estados Unidos reunirse o negociar con funcionarios venezolanos.
Bonos suben por fallo
Los operadores del mercado de bonos repuntaron en más del cuádruple los precios de algunos papeles de deuda de Venezuela al inicio de esta semana. El motivo fue el fallo del juzgado de Nueva York, el cual sentenció que los Bonos 2020 de Pdvsa son “válidos y exigibles”. Es decir, que Citgo debe pasar sí o sí a manos de los bonistas.
Maduro negoció estos bonos hace tres años, cuando no pudo pagar a los acreedores los Bonos 2017 y entonces los transformó en Bonos 2020 y puso como garantía el 50,1% de las acciones de Citgo, la principal filial de Pdvsa en EE.UU.
Según reseñó Reuters, los papeles han estado languideciendo a poco más del 10% de su valor nominal en alrededor de 12 centavos por dólar en los últimos meses a raíz de las severas sanciones de Estados Unidos a la deuda venezolana, pero cotizaban entre 45 y 50 centavos el lunes, mostraron las pantallas de las operaciones.
Estos precios actuales se intercambian de manera informal debido a las restricciones que tiene el régimen venezolano, en lugar de negociarse abiertamente en plataformas tradicionales.
Negociación fracasada
Maduro ya había intentado negociar la multimillonaria deuda venezolana con los acreedores; sin embargo, su prepotencia se tradujo en cero resultados positivos.
En 2019, el dictador venezolano buscó conversar con los bonistas y como negociadores designó a Delcy Rodriguez y Tarek El Aissami, ambos sancionados por EE.UU. y sobre quienes recaen numerosas investigaciones en otros países por corrupción y lavado de dinero.
“Ustedes dos convoquen a una ronda de renegociación de la deuda con todos los bonistas del mundo y establezcamos con todos un cronograma de soluciones inmediatas”, dijo Maduro, al tiempo que agregó: “yo quiero reunirme con ellos aquí o en cualquier lugar del mundo que sea necesario ir, que no sea Estados Unidos, pues no quiero ir más a los Estados Unidos”, reseñó Reuters.
Un tenedor de bonos dijo a la misma agencia de noticias que sería imposible para Maduro negociar debido a las sanciones que sufría desde EE.UU, además de su incapacidad para emitir nueva deuda y los acercamientos del equipo de Guaidó con los acreedores. De manera similar, otro inversor consultado descartó cualquier acercamiento con funcionarios venezolanos.
El asunto es más delicado, si vamos un poco más para atrás, en 2017 el régimen de Maduro ya se había reunido con bonistas, en esa ocasión el grupo de inversores viajó hasta Caracas para un encuentro donde salieron más que confundidos, duró solo 30 minutos y no se dijo nada concreto.
Aproximadamente eran 100 los acreedores que estaban presentes en el encuentro y al menos uno abandonó la reunión al darse cuenta que dos funcionarios gubernamentales sancionados por Estados Unidos también estaban ahí, uno de ellos era Tareck El Aissami.
En ese momento los inversionistas de bonos que acudieron a escuchar la propuesta de reestructuración del país se encontraron con una recepción con alfombra roja, saludo de la guardia de honor y bolsas de regalo llenas de chocolate y café producidos en el país.
Tras ese encuentro, la firma S&P Global Ratings declaró al país en default por incumplimiento crediticio.
Bloomberg