Las alejadas actitudes de respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, expresadas por Lula al referirse a Venezuela, pueden leerse como una posición que tiende a debilitar la búsqueda de un mundo pluripolar manifestada en los Brics, del cual Brasil es, precisamente, uno de sus miembros fundadores.
El 29 de mayo pasado, el presidente Nicolás Maduro expuso la intención de unirse al bloque de los Brics, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, fundado en 2014. Recién también anunció que el gas y el petróleo de Venezuela están abiertos a las inversiones de este grupo de países.
Y es cuando Venezuela estaría próxima a ingresar a los Brics, aportando una potente fuente energética al grupo pluripolar de países, que el presidente brasileño anda en sus intentos exitosos por echar su historia personal a la basura; y en esfuerzos fallidos por edulcorar un lenguaje que siempre aterriza en el desconocimiento de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y sus instituciones.
Lula pareciera obviar que los Brics controlan el 8,7% de las reservas mundiales de petróleo y que de unirse Venezuela controlarían el 26,2%. Y de sumarse Arabia Saudita e Irán sería el 35,3%. En el caso del gas, pasaría del 25,2% al 28,6% con la adhesión venezolana. Total, la membresía de Venezuela catapulta a los Brics como potencia petrolera, destaca el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
Menospreciar en la actual coyuntura este contexto revela que en la diplomacia brasileña, urdida por el famoso y legendario Palacio de Itamaraty, hoy predomina una visión cortoplacista, cargada de mezquindades, guiada más por los postulados expansionistas del fracasado imperio de Brasil, el positivista Orden y Progreso de su bandera y por las miradas puestas sobre sus intereses en Guyana y en su propio desarrollo petrolero.
Atacar a Venezuela no solo pone piedras al posible ingreso de la Patria de Bolívar a esta organización. También alinea a Lula con las políticas de la misma extrema derecha que lo insulta y propicia las sanciones y el bloqueo con Venezuela, dígase Milei y Bolsonaro; y lo acopla con la gran estrategia de EEUU en su propósito de impedir la presencia de China y Rusia en su denominado patio trasero.
Lula, quién sabe si por envidia, también busca impedir la diversificación de la economía venezolana, que creció 8% en el primer semestre del año, con inflación de 0,7% en julio, la cual se vería fortalecida por una mayor cooperación en áreas como la agricultura, uno de los ejes de acción de los Brics; medicinas de la India, uno de los mayores productores), e inversión en infraestructura más allá del petróleo.
Además, con la conformación del Banco de los Brics, Venezuela puede hacer frente al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y acceder a nuevas formas de financiamiento, lo cual también implica ampliar la relación con otros países que están por fuera del sistema de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (Swift).
La alternativa es el Cross-Border Interbank Payment System (Cips), creado por China desde 2015 y utilizado por los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) y la vinculación con el Banco de Desarrollo de los Brics. Los Bancos centrales de Rusia y Venezuela ya trabajan en un sistema alterno al Swift, por lo que la vía alternativa ya tiene avances con miembros de los Brics.
Los Brics, a su vez, tienen una estrecha relación con otros esquemas de integración con los que comparten miembros, destacan Mercosur, Celac y Alba en América Latina; en Asia Asean, Unión Económica de Eurasia, la Asociación Económica Integral Regional (Rcep) y la Opep en Medio Oriente y África. La diversificación de relaciones diplomáticas puede contribuir a ampliar el apoyo en foros internacionales.
La adhesión a los Brics puede fortalecer a Venezuela en el ámbito diplomático, luego de décadas de intentos de cercamiento y desconocimiento por parte de varios países de la región. Asimismo, podría generar tensiones en espacios de integración como la Celac y la Unasur.
De allí que “la adhesión de Venezuela a los Brics puede aumentar las tensiones con EEUU, por ejemplo: más sanciones, guerra híbrida, desestabilización política y económica y presiones en foros internacionales. También puede ser leído como el avance de China y Rusia en la región, pues según las estrategias de seguridad estadounidenses constituyen la principal amenaza. No obstante, EEUU seguirá demandando hidrocarburos de Venezuela”, dice la Celag.
En síntesis, las actitudes de Lula, afines a Bolsonaro y Milei en contra de Venezuela, buscan alargar el bloqueo contra la Patria de Bolívar, debilitar los Brics y con ello poner trabas a las inversiones y relaciones de Rusia y China con los países de América Latina.