19 mayo, 2024 1:01 pm

Las primeras políticas de Joe Biden no son las que se esperaban

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La Cancillería argentina apostaba a que iba a flexibilizar la posición de Washington ante el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. Pero el nuevo presidente ratificó varias medidas de Trump.

RL / Idaed / Clarin

Tras ser confirmado por el Senado, Antony Blinken asumió este miércoles como secretario de Estado de la administración de Joseph Biden.

Al presentarse ante su nuevo equipo de trabajo se sinceró con que los esperaba un duro camino para ver cómo encarrilarán la política exterior tras cuatro años de la doctrina aislacionista y nacionalista de Donald Trump. Pero Blinken -y por empezar el propio Biden- vienen dado prueba de que por ahora continuarán con varias de las políticas centrales del republicano.

Son asuntos que van en sentido contrario a las expectativas del gobierno de Alberto Fernández. Sobre todo porque esperaban un enfoque distinto para con el régimen de Nicolás Maduro. Otro en la guerra política y comercial de Trump con China, y un abordaje distinto al tradicional proteccionismo comercial que afecta fuertemente la entrada de productos argentinos al mercado estadounidense.

La estrategia hacia Latinoamérica tampoco aparece por ahora como una prioridad para Biden en estas horas donde otros hechos son más críticos a los ojos de Washington: economía y pandemia.

Podría decirse que hasta el momento, el único hilo que une los universos de Fernández y Biden es el compromiso con el multilateralismo y la lucha contra el cambio climático. Lo demás, son diferencias.

El asunto merece un punteo desde la misma audiencia de confirmación que Blinken debió enfrentar ante el Senado la semana pasada -lo confirmaron este martes por 78 votos a favor y 22 en contra-, y en la que, como suele suceder buscó seducir a la oposición republicana.

En ese tren, el aspecto regional y que representa un cambio de perspectiva para lo que aquí se esperaba es el factor Venezuela. La administración Biden continuará con la fuerte presión al régimen de Nicolás Maduro; se mantendrán las sanciones contra los jerarcas chavistas; Juan Guaidó seguirá siendo reconocido como «presidente interino». Para Biden y Blinken Maduro es un “brutal dictador”.

La nueva vocera de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que Washington quiere una «transición democrática pacífica» en Venezuela y de la celebración de elecciones «libres y justas”. Un escenario difícil para un Alberto F. que desliza querer ser un mediador con Caracas. Y llamo la atención también la presión que empezó a ejercer el exilio cubano pidiéndole dureza a Biden contra La Habana.

Blinken, tiene varios temas como prioritarios de su agenda. Uno, cuando no el primero, es la relación con China sobre lo que ha dicho que Trump “tenía razón al adoptar un enfoque más duro hacia” ese país.

“Estoy muy en desacuerdo con la forma en que lo hizo en varias áreas, pero el principio básico fue el correcto. Y creo que eso es realmente útil para nuestra política exterior”, sostuvo en la audiencia del Senado. La respuesta de los chinos llegó de boca del propio Xi Jinping. 

«Crear clanes o iniciar una nueva Guerra Fría, rechazar, amenazar o intimidar a los otros (…) solo llevará al mundo a la división», dijo el presidente chino en su discurso ante el Foro de Davos.

La continuidad de las rivalidad entre chinos y estadounidenses es una situación de profunda incomodidad para la Argentina de Fernández que reforzó más los vínculos con China durante la pandemia. Por cierto, tiene pendiente una visita de Estado a Xi en Beijing, para mayo de este año mientras que el embajador ante los Estados Unidos, Jorge Argüello, negocia a diestra y siniestra una bilateral con Biden en la Casa Blanca.

Entre tanto, los chinos esperan decisiones que el Gobierno aún no ha materializado -la adhesión de Argentina a la Ruta de la Seda-, la construcción de una central nuclear, y obras de infraestructura que seguirán causando celos en Estados Unidos. Por el peso de su país, Biden es quien debe apoyar la negociación de Argentina con el FMI.

En ese tren es que también se acaba de conocer la nueva orden ejecutiva conocida como Buy American -que promueve la Compra de Productos Estadounidenses, y prioriza a las empresas y productos nacionales para los contratos con el gobierno federal. Esta es a grandes rasgos una sorpresiva decisión que continúa al «American First» de Donald Trump.

Ante este panorama, y con el acceso del biodiésel argentino frenado en el mercado estadounidense -y la pérdida de US$ 1.200 millones de ganancias por año allí- la Argentina no necesariamente encontrará un Departamento de Comercio más accesible con los demócratas que el que había con Trump.

Nada mejor que una vieja máxima de Washington para describir que  la relación de Fernández con el poder demócrata parece depender más de lo que haga la Argentina que de lo que haga Estados Unidos.

El Presidente parece saberlo. De allí su fuerte enojo con el canciller Felipe Solá por un controvertido tuit en el que, felicitándolo a Biden por su asunción el 20 de enero, le marcaba la cancha diciéndole que esperaba «también que no se apueste a la desunión de nuestras naciones como en la etapa anterior»

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