La gestión de Nicolás Maduro se ha empeñado en mostrar un manejo perfecto de la pandemia de SARS-CoV-2 y la enfermedad que causa, COVID-19. Sin embargo, en su afán de control dejaron un cabo suelto: que la curva de decesos evoluciona en paralelo con la de casos positivos, es decir, si aumentan los contagios, aumentan las muertes
Desafiando la lógica epidemiológica, los decesos en Venezuela repiten un patrón constante que se expresa en una franja recta imposible de justificar a menos que se trate de cifras manipuladas. Las muertes oficiales no llegan a 1.000 pero las estimaciones más prudentes las ubican alrededor de los 9.000 casos
Las muertes por COVID-19 en Venezuela tienen una peculiaridad: desde el inicio de la pandemia, el número diario de muertes reportadas por la gestión de Nicolás Maduro ha oscilado invariablemente entre cero y doce fallecidos. Nunca más de 12 y, curiosamente, jamás 11. Este patrón se repite independientemente del número de casos positivos que anuncien. Tras siete meses de pandemia siguiendo a rajatabla esa lógica, las muertes oficiales para el 15 de octubre sumaron 720 personas.
Entre el 13 de marzo y el 15 de octubre transcurrieron 217 días con reportes oficiales de casos y fallecimientos en el país, ofrecidos por la Comisión Presidencial para el Control y la Prevención de la Covid-19. En ese período, fueron más las veces que el gobierno venezolano reportó cero decesos (37,33%). En segundo lugar está el reporte de ocho fallecimientos (8,76%), y en tercero está el reporte de seis muertes por COVID-19 (7,83%).
En contraste a cómo se comporta la COVID-19 en el resto del mundo, en la pandemia que controla el chavismo aunque aumenten los casos positivos, los fallecimientos nunca varían.
Número de fallecidos reportados oficialmente (hasta 15/10/20) | Frecuencia de aparición | Porcentaje |
0 | 81 | 37,33% |
1 | 14 | 6,45% |
2 | 12 | 5,53% |
3 | 16 | 7,37% |
4 | 16 | 7,37% |
5 | 10 | 4,61% |
6 | 17 | 7,83% |
7 | 15 | 6,91% |
8 | 19 | 8,76% |
9 | 11 | 5,07% |
10 | 5 | 2,3% |
12 | 1 | 0,46% |
Tabla con cálculos propios de la frecuencia de aparición del número de muertes oficiales por COVID-19 en Venezuela
Este particular fenómeno epidemiológico no es sólo sospechoso, es imposible. “Al hacer un análisis de frecuencia de los números de fallecidos que reporta el gobierno venezolano notas cómo se repite el número 6, el 8 o el 9. Es absolutamente imposible que eso sea efecto del azar.
¿Qué significa que aparezcan 16 veces los números 3 y 4? Que los datos no tienen la distribución armónica de la curva de Gauss que es una distribución normal, en forma de campana. Cuando ves la distribución de cualquier fenómeno natural o biológico siempre tienen esa distribución que es la curva gaussiana”, explicó José Félix Oletta, epidemiólogo y ministro de Sanidad entre 1997 y 1999.
Si bien ningún país puede aspirar a una vigilancia epidemiológica perfecta, esa distribución gaussiana de la curva sí se observa en los países vecinos de Venezuela. El 02 de agosto de 2020, en pleno pico de su pandemia, Colombia notificó 11.470 casos positivos para COVID-19. Veinte días después, el país registró un pico de 400 decesos a causa de la enfermedad.
El 29 de julio, también en el pico de su pandemia, Brasil reportó 70.869 casos positivos y, en correspondencia, tres semanas después notificó 1.365 fallecimientos.
El 15 de agosto, el gobierno venezolano reportó 1.226 casos, la cifra más alta de contagios de COVID-19 en el país, sin embargo, las muertes reportadas tres semanas después promediaron 6 decesos.
Mientras que en las fotos epidemiológicas de los países limítrofes, el aumento de casos generó una elevación en la curva de decesos, en la gráfica venezolana se mantuvo una franja recta sin apenas variaciones. En otras palabras, en Venezuela nunca hubo un pico de muertes.
Como ya lo ha hecho con la malaria y el dengue, Oletta también le ha seguido el paso a las inconsistencias epidemiológicas de la pandemia de COVID-19 en Venezuela. “Esas cifras de decesos son artificiales. De repente hay huecos, picos y valles que no guardan relación con los casos”, argumentó el médico.
El experto en Salud Pública explicó que si bien los anuncios de decesos no los hacen con la fecha real de muerte sino cuando la Comisión Presidencial lo decide, y que además los casos de contagio los reportan de manera diferida, la falla en el reporte de las cifras se debe a la pérdida del profesionalismo. “Si esos números estuvieran procesados por la Dirección de Epidemiología del Ministerio del Poder Popular para la Salud, donde todavía existen técnicos profesionales, le hubieran dicho a los hermanos Rodríguez que tuvieran más cuidado”, dijo Oletta.
La lógica epidemiológica demuestra que las muertes por COVID-19 que anuncia la administración de Maduro no cuadran, pero además, las inconsistencias en las cifras se cuelan a través de las grietas comunicacionales, toda vez que aunque en la plataforma Patria no hay registrada ninguna muerte por COVID-19 en el estado Portuguesa, el gobernador de la entidad, Rafael Calles -afecto al chavismo-, informó el 14 de octubre que los casos positivos llevan tres semanas consecutivas en aumento y que en ese lapso se produjeron 15 fallecimientos a causa de COVID-19.
El segundo informe sobre el estado actual de la epidemia, publicado en agosto por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman), destacó la discrepancia entre el reporte oficial y la realidad: “Las cifras oficiales sólo dan cuenta de menos de 10 muertes por día, por lo que estimamos que existe también un subregistro significativo en el número de decesos atribuidos a la COVID-19”.
“Desde el principio de la pandemia, las muertes han sido manipuladas ex profeso”, afirmó una epidemióloga que ha hecho un seguimiento riguroso a la pandemia en Venezuela y que pide mantener su nombre en reserva por ser empleada del Estado.
La experta en enfermedades infecciosas confirmó un dato relevante: “El reporte diario de casos sí corresponde con lo que encuentra el Instituto Nacional de Higiene (INH). Esa fue una sorpresa, por supuesto hay que tomar en cuenta el enorme subregistro y el desfase de los casos. No obstante, esa no ha sido la situación con el reporte de las muertes. Ahí sí se ve que esconder las cifras fue una política desde el principio para dar la impresión de que estaban manejando bien la epidemia”.
Que la cifra de casos positivos que reporta la Comisión Presidencial sea la que realmente emana del INH delata la manipulación de la data oficial de decesos. “La curva de muertes es una curva parecida al número de casos diarios. La lógica que están siguiendo no responde al comportamiento epidemiológico. Es evidente que siguen un patrón para nunca anunciar más de 10 casos”, dijo la epidemióloga.
“Cuando se comete un delito y se pretende cubrir todos los detalles, hasta el criminal más detallista comete errores. ¿Cuál es la motivación? Mantener la tasa de casos letales en un valor estable de 0,84%. Este fenómeno viene desde hace meses y es imposible mantenerlo así de forma natural. En un análi
sis comparativo de los patrones de cualquier país del mundo, de las 213 naciones que tienen casos registrados, no se encuentra nunca el índice de letalidad estable durante meses como lo ha estado en Venezuela desde mayo, eso es imposible. Parece que ellos para poder ajustarse al valor del 0,84% hacen el proceso al revés: no modifican el índice de letalidad y calculan el número de muertes en relación con el número de casos confirmados.
Tienen una limitación y es que no quieren pasar de 10 fallecidos y, en consecuencia, hacen una operación imposible desde el punto de vista epidemiológico”, explicó Oletta.
Muertes por COVID-19 oscilarían entre 2.500 y 9.000
Precisar la verdadera dimensión de la pandemia en Venezuela es como intentar armar un rompecabezas al que le faltan las piezas que ocultó la gestión de Maduro. Sin embargo, hay una premisa sin discusión entre los epidemiólogos consultados: han muerto más personas de las reportadas oficialmente.
En su segundo reporte, la Acfiman confirmó esa apreciación: “De acuerdo con las cifras estimadas de nuevas infecciones diarias y los porcentajes de fatalidad reportados en otros países de la región, inferimos un subregistro importante en los reportes oficiales de decesos a causa de la COVID-19”.
¿Qué tan grande es el subregistro de muertes? He ahí la cuestión. El método para determinar cuántas personas han muerto por COVID-19 en muchos países, entre ellos el Reino Unido, se basa en calcular el exceso de mortalidad, esto es, cuando las muertes en un determinado período sobrepasan el promedio de decesos en ese mismo período en años anteriores.
Esa diferencia entre las muertes esperadas y las ocurridas es el exceso de mortalidad. Emplear este método requiere de dos condiciones: que se lleve un registro preciso de las muertes en el período a analizar y que se tenga el registro histórico de defunciones en el país.
“En Venezuela no tenemos una línea basal que nos permita estimar el exceso de mortalidad”, lamentó la epidemióloga pues la imposibilidad de acceder al histórico de muertes implica que no se puede emplear este método.
Ante la imposibilidad de emplear el método por exceso de mortalidad, otro epidemiólogo consultado por Runrunes para esta nota, quien por temor a la persecución oficial prefirió mantener su nombre en resguardo, apuntó dos alternativas para estimar el número de fallecidos por COVID-19 en Venezuela a partir de las propias inconsistencias de los datos oficiales.
Hipótesis 1: Aplicar el índice de letalidad mundial a los casos oficiales
El índice de letalidad “es el cociente entre el número de fallecimientos a causa de una determinada enfermedad en un período de tiempo, y el número de afectados por esa misma enfermedad en ese mismo período”. El patrón de muertes oficiales dejó en evidencia que el índice de letalidad en la pandemia venezolana “se estancó” en 0,84%, pero en el resto del mundo el promedio para el 15 de octubre era 2,91%, esto es, que del total de personas reportadas como positivo para COVID-19 mueren el 2,91%.
“La relación entre ambos índices es de 3,27 y eso quiere decir que en el mundo mueren por COVID-19 el triple de personas que en Venezuela, dicho de otro modo, un enfermo de COVID-19 en Venezuela tiene tres veces más probabilidades de recuperarse que en el resto del planeta, lo que es totalmente ilógico para un país como el nuestro en el que se invierte menos del 2% del PIB en salud, muy por debajo del 6% recomendado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud”, argumentó el epidemiólogo.
“Trabajando exclusivamente sobre los casos reportados de manera oficial es posible obtener un total de muertes distinto al presentado por Maduro. Si a los 85.469 casos acumulados reportados hasta el 15 de octubre le aplicamos el índice de letalidad promedio mundial, en lugar de 720 muertes estaríamos frente a 2.487 decesos. Tomando por buenas las cifras del INH tendríamos una diferencia de 1.767 decesos respecto al número de muertes oficiales”, explicó el epidemiólogo.
Hipótesis 2: Usar el promedio nacional de la tasa de contagio (R0) sobre los casos oficiales
El valor R0 de una enfermedad es el número de casos que, en promedio, van a ser causados por una persona infectada durante el período de contagio. Dado que entre los métodos de Maduro para “aplanar la curva” están bajar el número de contagios que se reportan -bien sea por la escasez de pruebas, el colapso del INH o por falta de voluntad-, una vía para corregir esa reducción es usar el promedio del valor R0 durante los días que lleva la pandemia.
“El promedio nacional de este índice hasta el 15 de octubre es de 1,06. ¿Qué se hace entonces? Se eleva 1,06 a la 217 (por los días transcurridos de la pandemia hasta el 15 de octubre) y en lugar de los 85.469 casos oficiales hasta ese momento tendríamos un acumulado de 310.007 casos.
Al usar esta modalidad de cálculo, la curva de los casos estimados se empareja con la de los casos oficiales para el 18 de septiembre y a partir de esa fecha los estimados comienzan a ser más que los reportados”, explicó el epidemiólogo.
Si a ese nuevo total de casos acumulados (310.007) se le aplica el índice de letalidad promedio mundial (2,91%), las muertes por COVID-19 en Venezuela llegarían a 9.021.
Con base en ambas hipótesis, que usan los datos oficiales que de por sí tienen un subregistro importante, las muertes por COVID-19 en Venezuela oscilarían entre 2.487 como límite inferior y 9.021 como límite superior.
Estimación de muertes por COVID-19 en Venezuela hasta el 15/10/20 | Diferencia respecto a la cifra oficial (%) hasta el 15/10/20 |
Hipótesis 1: 2.487 | 345,42% |
Hipótesis 2: 9.021 | 1252,92% |
El canario en la mina: personal de salud fallecido por COVID-19
En una investigación global, la ONG Amnistía Internacional reveló que más de 7.000 trabajadores del área de la salud han muerto en el mundo a causa de la pandemia. De ese total, la Organización Panamericana de la Salud señaló que 2.506 muertes por COVID-19 corresponden a profesionales del sector salud en el continente americano.
México y Estados Unidos encabezan la lista en la región, el primero con 1.744 fallecidos y el segundo con 1.293. Brasil ha reportado 685 médicos y enfermeras fallecidos por COVID-19. Perú, que con 33 millones de habitantes tiene una población parecida a la venezolana, reportó 200 decesos entre su personal de salud hasta el 6 de octubre.
Desde el 16 de junio, fecha en la que falleció el primer médico venezolano en el estado Zulia, la ONG Médicos Unidos de Venezuela (MUV) comenzó a llevar una estadística para reflejar las muertes por COVID-19 del gremio de la salud, las cuales no estaban siendo incluidas en los reportes oficiales.
Para el 19 de octubre, la cifra no reconocida por el gobierno de Maduro del personal de salud fallecido en Venezuela era de 231 profesionales, lo cual representa el 31,17% del total de muertes en el país. Con ese porcentaje, el personal de salud venezolano sería por mucho el más afectado por la pandemia en la región.
En contraste con el manejo de la información oficial sobre los fallecidos en todos el país, Médicos Unidos de Venezuela ha presentado sus datos de manera abierta y transparente, ofreciendo los nombres, fechas de defunción y estado de residencia del personal.
“En la curva de casos de fallecidos por COVID-19 del personal de salud vemos que sigue una trayectoria con ascenso, pico y bajada. Así debería ser la de todo el país”, explicó la experta en enfermedades infecciosas.
Que en Venezuela hayan fallecido 231 miembros del personal de salud no hace sino reforzar las hipótesis presentadas sobre las inconsistencias de los datos oficiales. La sobrerrepresentación del personal de salud en las muertes por COVID-19 en Venezuela podría verse como el canario en lo profundo de la mina, cuya muerte alerta sobre la existencia de una situación peligrosa.
Los 1.744 fallecimientos del personal de salud en México -de un total de 84.898 decesos por COVID-19 para el 14 de octubre-, representan 2,05%. Asimismo, los 200 miembros del sector salud fallecidos en Perú representan 0,59% del total de muertes (33.820 para el 20 de octubre). Si en Venezuela se diera una relación similar a la de estos dos países, las muertes totales podrían oscilar entre 11.268 (equivalente al 2,05% de México) y 39.152 (equivalente al 0,59% de Perú).
La curva se aplana haciendo menos pruebas
El 21 de septiembre, Maduro dijo: “Podríamos lograr una situación de control, de equilibrio favorable, es lo que estamos buscando en este mes de septiembre para avanzar en el último trimestre en una situación de efectivo control de la pandemia en octubre, noviembre y diciembre”.
Dicho y hecho: el número de casos positivos reportados diariamente comenzó a descender. Aquel 21 de septiembre cuando Maduro habló del “control efectivo de la pandemia” se reportaron 787 casos y en menos de un mes, el 16 de octubre, se reportaron sólo 289 casos.
La proeza de controlar la pandemia en cuestión de un mes puede explicarse por la confluencia de varias circunstancias. La primera es la dramática reducción en el número de pruebas PCR que realiza el Estado, que de por sí era el país de la región que menos pruebas realizaba según consta en el segundo informe de la Acfiman.
“El régimen informa menos casos pero ahora hace menos pruebas. El número de pruebas se redujo 64,4% entre mayo y septiembre. Si no hacen pruebas no tienen diagnóstico. Así no puede hacerse un seguimiento de la evolución de la epidemia”, dijo Oletta.
La segunda es la escasez de virocults para realizar el hisopado faríngeo nasal. “El método elegido por el régimen para reducir los casos de COVID-19 es el subregistro y subnotificación de casos confirmados. Para eso se valen de una limitación en el número de pruebas diagnósticas pero además no disponen de suficientes virocults para tomar las muestras nasofaríngeas”, explicó Oletta.
El experto en Salud Pública señaló que el inventario de virocults al 7 de octubre reveló que estados como Aragua y Táchira no tienen existencia y que otros con gran densidad de población, como Distrito Capital y Miranda, disponen de un máximo de 500 unidades. 10 entidades federales disponen de menos de 50 unidades. Oletta afirmó que la disponibilidad total de virocults es insuficiente para el número de muestras que deberían ser procesadas diariamente para la vigilancia epidemiológica de la pandemia.
La experta en enfermedades infecciosas explicó que la tercera circunstancia que incide en la reducción de casos es que el principal laboratorio del país para procesar las pruebas sufrió un problema operativo y un procedimiento que se hacía de manera automatizada ahora se hace manual. En consecuencia, en lugar de procesar unas 2.500 pruebas diarias hacen menos.
“No tienen para tomar la muestra y además la capacidad de procesar pruebas está limitada. Si el interés es hacer desaparecer la pandemia por razones políticas no buscarán superar estas limitaciones. Es evidente que comenzaron a bajar los casos a propósito porque les conviene que haya un ambiente de normalidad porque hay que ir a votar”, argumentó.
La epidemióloga dijo que hay otro elemento que quizás sí esté contribuyendo a reducir realmente los casos: la escasez de gasolina. “Podría ser que ahorita vuelva a pasar lo que pasó entre marzo y abril, que la falta de gasolina genere una interrupción en la propagación del virus, es decir, que se rompan las cadenas de transmisión. Al principio de la pandemia este país estaba totalmente inmovilizado, la gente no salía a las carreteras porque no había gasolina. Eso ha vuelto a ocurrir. Si tienes un país fragmentado y con poca entrada externa del virus, es lógico que la pandemia presente un crecimiento más lento”.
Esconder la pandemia debajo del arbolito
Para confirmar su intención de regresar a la normalidad, el gobierno adelantó el inicio de la temporada navideña para el 15 de octubre. Sin embargo, la época decembrina que describe el segundo informe de la Acfiman pone en duda las pretensiones del chavismo. “Anticipamos un aumento significativo en la demanda de servicios hospitalarios y camas con soporte ventilatorio en los próximos meses (…). En Venezuela, la epidemia de la COVID-19 aún se encuentra en su fase expansiva con un potencial de crecimiento exponencial alto”, dice el informe.
Oletta lamentó que Venezuela fuera el único país de América del Sur que no consulta a sus Academias científicas. “Cuando el gobierno reportó 46.728 casos el 31 de agosto, la proyección más moderada de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales era de 280.368 casos; para diciembre estimaron un incremento a 14.000 casos por día. La estimación de casos acumulados para diciembre, si no hay cambios en el patrón de crecimiento, estaría en torno a 1.399.000 casos”.
“Creo que nunca vamos a saber con certeza el número real de muertes por COVID-19 en Venezuela, esa es mi impresión, primero por la dificultad implícita en el problema y segundo porque no hay la voluntad ni la transparencia de los órganos del Estado para hacerlo.
Eso no es nuevo con esta pandemia, este gobierno tiene una política de ocultamiento de la información que por ley le corresponde a los ciudadanos. A mí me ha tocado durante los últimos 12 o 13 años poner en evidencia muchas de esas acciones de ocultamiento”, dijo Oletta.
El ex ministro de Sanidad aseguró que muchas de las muertes por COVID-19 no se dan en los centros de salud sino en la comunidad, y que aunque los médicos tengan la sospecha del virus no pueden anotarlo en los certificados de defunción pues carecen de la prueba confirmatoria.
“Lo que están haciendo muchos médicos es colocar entre los factores contribuyentes ´sospecha de COVID-19´ y así no pueden decir nada. En un futuro, cuando tengamos que rescatar muchos de esos casos ocultos podremos recurrir a revisar las actas de muertes y buscar esa información”, explicó.
La experta en enfermedades infecciosas ofreció una segunda vía para, en un futuro, estimar los casos reales de muertes por COVID-19. “Lo único que nos va a ayudar es hacer estudios de seroprevalencia. Se realiza un muestreo epidemiológico para saber cuál es el porcentaje de la población que tiene anticuerpos para el virus.
Eso identifica la tasa de ataque, en otras palabras, permite saber cómo fue la infección en la población. A partir de ese número se puede extrapolar cuántos casos debe haber habido y cuántas muertes. Es un análisis a posteriori. Eso se podrá hacer independientemente del gobierno, posiblemente el próximo año”.
Cuando ese tipo de análisis se realizó en España y en el Reino Unido, se pudo determinar la presencia de anticuerpos en 5,2% y 6% de la población respectivamente. Actualmente Colombia está realizando un estudio de seroprevalencia a nivel nacional.
El diputado Olivares, quien funge como comisionado presidencial para Emergencia en Salud y Atención Sanitaria al Migrante, presentó el 8 de octubre en conjunto con la Universidad de Miami, una plataforma para realizar una “autopsia verbal” con el objetivo de “luchar por la verdad del COVID-19 en Venezuela. La autopsia verbal permitirá generar cifras reales sobre la pandemia en el país”, dijo el diputado.
Olivares explicó que el registro de la información se hará a través de una plataforma a la que se podrá ingresar desde un teléfono y el usuario no tendrá que colocar datos personales.
Mientras se materializan estas vías alternativas para conocer el verdadero alcance de la pandemia de COVID-19 en Venezuela, la única certeza es que sin las medidas de control adecuadas, los casos seguirán en aumento. Quedará por verse si la que debería ser una curva de fallecimientos normal seguirá manteniendo una línea recta que desafía la lógica epidemiológica, la vigilancia sanitaria internacional y, además, indigna a tantas familias enlutadas cuyos muertos ni siquiera son incluidos en la estadística oficial.
Runrunes