Jorge Botti afirmó que “El Estado venezolano ha sido siempre proclive a intervenir en el funcionamiento de los mercados y limitar la actividad de las empresas. Pero, en los últimos 20 años, las amenazas y hechos reales en contra de la libre empresa en nuestro país han sido exponenciales.
RL / Idaed / Fedecámaras.org
El denominado ´Socialismo del Siglo XXI´ ha destruido, por diseño ideológico, más de las dos terceras partes del entramado empresarial. Un largo y ruinoso proceso de intervención al funcionamiento del mercado, acompañado de una política de expropiaciones de forma compulsiva, colocó a Venezuela en los últimos lugares de la lista de países para hacer negocios y a la cola de las libertades económicas”.
El planteamiento corresponde al expresidente de Fedecámaras, Jorge Botti, durante su participación en el último módulo del programa Escuela de Liderazgo Gremial, que desarrolló el máximo organismo empresarial del país entre marzo y abril través de su plataforma Campus Virtual Empresarial (CVEF), una iniciativa de formación respaldada por la Oficina de Actividades para los Empleadores (ACT/EMP) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Botti, quien además intervino en un foro virtual con los participantes del programa, reiteró que “la libre empresa se soporta sobre dos pilares que son clave para su propia existencia y desarrollo a lo largo de la historia: la libre iniciativa y la propiedad.
La libertad personal para actuar, desarrollarse y crear, al margen y con independencia del poder, es la más pura esencia del desarrollo del ser humano y de la civilización como la conocemos”.
Y por otro lado el concepto de la propiedad está presente desde los grupos humanos más primitivos. “La defensa del territorio o del producto del trabajo es parte de la naturaleza humana. No es posible imaginar la libre empresa sin la propiedad plena sobre los resultados o el producto del trabajo, del esfuerzo y de la creatividad individual o de un grupo humano organizado”.
Reducción de espacios a la libre empresa
El expresidente de Fedecámaras afirmó que la libre empresa marcó una huella notoria en Venezuela durante las primeras siete décadas del siglo XX.
Dijo que, de hecho, entre 1920 y 1978 la economía nacional mostró un vigoroso y continuado crecimiento con muy bajos índices de inflación y una alta movilización social, de manera más acentuada en los primeros 20 años de la llamada “etapa democrática” (desde 1958 hasta 1978).
Pero es a partir de la nacionalización petrolera en enero de 1976 cuando el Estado venezolano comienza a mostrar una vocación cada vez más intervencionista en la economía.
Se excluyó la inversión privada nacional en la principal actividad económica y motor del país (la industria de los hidrocarburos), y se abrió un período caracterizado por la intervención estatal, la fijación de precios para productos considerados esenciales, y se suspendió la libre convertibilidad de la moneda a partir de 1983, con muy breves períodos de libertad cambiaria. “Bajo este modelo de capitalismo de Estado, los espacios de la libre empresa se ven cada vez más reducidos y la actividad económica es dirigida por el Estado”.
A nivel mundial, durante el siglo XX, los experimentos totalitarios representados por el comunismo y el fascismo impusieron, desde distintas ópticas ideológicas, limitaciones a la actividad empresarial.
La socialización de los medios de producción, propuesta central del socialismo real y del comunismo, cercenaron de manera total la existencia de la libre empresa.
El fascismo, por su parte, si bien permitió el funcionamiento parcial de las empresas, las convirtió en un apéndice del poder.
Un sector privado corporativista que responde al interés del Estado, de corte mercantilista y de espalda a la sociedad.
Un nuevo modelo
Botti aseguró que en estos momentos la democracia y la libre empresa enfrentan una nueva amenaza, al punto que se está dando un notorio retroceso en el número de países regidos por sistemas democráticos.
Desde la última década del siglo XX, señaló, han surgido sistemas que podrían denominarse “mixtos”, en los cuales no existen las libertades políticas pero se mantienen espacios para economías de corte capitalista.
“El principal exponente de este modelo es, sin lugar a dudas, China. Con un impresionante desempeño económico, ha sido objeto de intensos debates que ponen en duda la necesidad de la existencia de regímenes democráticos como único ambiente posible para el desarrollo de la libre empresa.
Esta realidad, conjuntamente con los retos que representa la denominada 4ta Revolución Industrial, caracterizada por la disrupción en los patrones de producción, de comercio y de consumo de la humanidad, significan tal vez el reto más importante para el futuro de la libre empresa y la democracia”