“Las Farc sobrevivieron gracias al narcotráfico”. Analistas como Gustavo Duncan, quien hizo parte de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas que se formó en la mesa de negociaciones de paz de La Habana, han sostenido una y otra vez que fue el dinero del narcotráfico el que permitió que la guerrilla de las Farc permaneciera como actor del conflicto durante tantas décadas.
El informe reservado que entregó la Fiscalía a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), sin embargo, deja ver que, si bien es cierto que el narcotráfico fue esencial a las finanzas de las Farc, no fue el único camino que recorrieron para subsistir.
La extorsión, el secuestro y el narcotráfico fueron las tres bases sobre las cuales las Farc construyeron su maquinaria de guerra. El plagio de civiles con fines económicos le habría producido a la guerrilla, según el análisis de la Fiscalía, unos $3 billones entre 1996 y 2012. La extorsión no se cuantificó de esa manera, pero sí quedó claro que era su flujo de caja menor: lo que les dio a las Farc oxígeno financiero para pasar de un día a otro. Y el narcotráfico, en el cual la guerrilla se habría involucrado de varias maneras (cobrando “impuestos”, extorsionando y también sembrando), también fue clave para su expansión militar.
El gramaje, el inicio
De acuerdo con la reconstrucción que hizo la Fiscalía sobre este tema, a principios de los años ochenta “surgió la primera forma de vinculación de la guerrilla al narcotráfico bajo la figura del ‘gramaje’. Esta consistía en una cantidad de dinero que los cultivadores pagaban por cada kilo de cocaína vendido o procesado”. El pionero, al parecer, fue un comandante que operaba bajo el alias de Argemiro, quien impuso una cuota de $80 pesos por cada hectárea de hoja de coca cultivada. “Este esquema inicial creó problemas internos no solo de orden disciplinario (…) sino también de orden político”, reconoce la Fiscalía.
El tema de Argemiro resultó siendo objeto de debate en la VII Conferencia de las Farc, en 1982. Para esa época, señala el organismo investigativo, las Farc empezaban a ver cómo obtener recursos del narcotráfico sin meterse aún en la cadena productiva. En las conclusiones de la VII Conferencia, la comandancia de esta guerrilla señaló: “Jamás se nos ocurrió pensar que fueran los cultivadores que en lo general son productores menores, los paganos. Pero Argemiro pensó más tarde que era mejor arrancarles el dinero a los cultivadores pobres, favoreciendo con esta política a las grandes mafias exportadoras”.
Ely Mejía Mendoza, alias Martín Sombra (a quienes secuestrados políticos de esa guerrilla reconocieron como su carcelero), explicó lo que vino luego del “incidente” de Argemiro: “Con base a esas desviaciones [se refiere a la situación de Argemiro] qué se implementó? Se implementó cobrarles a los compradores. A los compradores les cobran después de eso cincuenta por kilo, que es cuando entra ya la plata generalmente hacia las Farc (…) dijeron entonces [el Secretariado] que eso está bueno, entonces cambiémoselas porque el campesino produzca y también de ahí pues les tocaba las parte a las Farc”.
Un negocio en evolución
Para esa época, ese llamado gramaje se empezó a combinar con actividades extorsivas hacia personas involucradas en el negocio del narcotráfico. “Desde 1990, los medios de finanzas era principalmente el impuesto de base de coca y el cobro a los cultivadores de base de coca. Además la vacuna a los ganaderos (…) El impuesto que se cobraba a los cultivadores, dependían de las hectáreas de cultivo. Ese cobro se hacía cada 90 días, eso era lo que se demoraba el corte de la raspada de la coca. Así mismo se le cobraba a los cultivadores la cantidad que tuviera. También se les cobraba impuesto a los compradores”, le dijeron exguerrilleros a la Fiscalía.
El narcotráfico se convirtió en una dinámica financiera. “Dentro de los negocios que realiza la guerrilla de las Farc para financiar, prestar dinero a los cultivadores de coca, y lavar dinero proveniente de la producción de la coca está la conformación de empresas fachadas dedicadas a prestar plata, mediante el mecanismo conocido como “gota a gota” o paga diarios, las cuales suministran dinero para que los campesinos a su vez realicen sus inversiones en sus cultivos los cuales no era otra cosa que para los sembradíos de coca”, le contó al organismo Joney Rentería, exintegrante del Bloque Magdalena Medio.
Las Farc, según excombatientes de la misma guerrilla, hacían préstamos con base de coca e incluso se volvieron proveedoras de semillas de hoja de coca. Asimismo, se convirtieron en proveedoras de insumos químicos como ácido, gasolina, melaza, urea. “El límpido, cemento y gasolina son fácil de conseguir en el pueblo, los otros como son el permanganato, sulfúrico y amoniaco es llevado por personas autorizadas por las Farc o hay personas que los venden en el mismo pueblo”, le explicó a la Fiscalía Delia Arango, quien perteneció al frente 24 y que terminó condenada por extorsión, rebelión y concierto para delinquir con fines de narcotráfico.
La posibilidad de recurrir a la violencia para quienes no se ajustaran a sus estándares estaba siempre latente en los delitos de secuestro, de extorsión, y de narcotráfico. La Fiscalía recogió también testimonios de personas desplazadas y una de ellas, oriunda de Yondó (Antioquia), relató ante una entidad del Estado: “Hace seis meses venían amenazando las Farc, que si no colaboraba sembrando coca para ellos entonces me iba o ellos me mataban, llegaron el 31 de junio de 2008 llegaron 5 hombres vestidos de camuflado, armados y al decirme lo anterior me dieron 5 días para irme porque yo no les quise colaborar”.
A veces, la violencia pasaba de ser una amenaza y se volvía realidad. Una víctima de Tarazá (Antioquia) narró que pisó una mina antipersonal en 2007, instalada por las Farc para evitar que el Ejército entrara a erradicar coca en la región. “Lo que pasa es que uno como campesino no sabe distinguir donde hay minas quiebra patas y le toca sufrir las consecuencias”, manifestó el hombre, quien perdió el ojo derecho. “nos obligaron a cultivar coca y el producido dárselos a ellos, al transcurrir el tiempo salimos de eso, pero el año pasado volvieron para amenazar a mi suegro”, expresó la viuda de un comerciante de Nariño (Antioquia), asesinado por las Farc.
En resumen, con base en declaraciones de José Luis Gallo, segundo al mando de las finanzas del Estado Mayor del Bloque Oriental, “en ingresos mensuales era una cantidad muy alta porque ingresaba mucha plata y mucha coca”. En sus cuentas, “mensualmente llevaban unas 30 toneladas de coca es decir que mensualmente obteníamos unos 30 mil millones de pesos por la sola venta de la base de coca (…) así que comprábamos la base a dos millones y la vendíamos ya cristalizada a cuatro millones de pesos. Allá una vez duramos dos meses 40 personas contando dólares que sacamos de una caleta”. También se cobraba por pistas de aterrizaje.
Recursos centralizados
El tema de Argemiro, al final, terminó del peor modo: el guerrillero fue asesinado. Así como las Farc empezaron a organizar la manera en que los frentes manejaban sus secuestros y extorsiones, lo mismo ocurrió con el narcotráfico, pero la ejecución de Argemiro se dio en un contexto particular, pues fue justo cuando José Fedor Rey, alias Javier Delgado, armó una disidencia y fundó el frente Ricardo Franco, cuyo fin sería la masacre de Tacueyó: 164 guerrilleros fueron acribillados por el propio Delgado, con ayuda de Hernando Pizarro Leongómez. Delgado, al parecer, buscó a Argemiro para que se fuera con él. Su muerte nunca se esclareció.
“El narcotráfico como fuente de ingresos planteó problemas organizativos que fueron solucionándose a través de un proceso de ensayo y error”, explica la Fiscalía. Los jefes de las Farc empezaron a notar, por ejemplo, que los guerrilleros que se entendían directamente con los narcotraficantes aparecían con joyas y objetos de lujo, que los comandantes prohibieron. “Un comportamiento que el Pleno consideró propio de mafiosos ‘que no es precisamente una clase revolucionaria’”, reflexionó el Pleno del Estado Mayor de 1987. Al final, terminó pasando lo mismo que con el secuestro y la extorsión: los jefes máximos se apropiaron de su manejo.
“Una vez Ruben Zamora recibía el dinero, el llamaba al que era responsable de llevar dinero al propio jefe que era Timochenko y Timochenko repartía el dinero para las otras unidades….(sic) y cuando no podían vender la mercancía, entonces la mandaban para la frontera con Venezuela en mula y se la entregaban a Timochenko…(sic) en la frontera era donde ya se vendía el perico era más o menos a $6.000.000 el kilo”, le dijo a la Fiscalía un desmovilizado del frente 33 de las Farc. Timochenko, cuyo nombre es Rodrigo Londoño, es hoy uno de los líderes más representativos del partido FARC, que se formó tras el Acuerdo de Paz de 2016.
Las Farc siempre insistieron en que ellos solo cobraban impuestos a los cocaleros, pero, en su informe, la Fiscalía hace hincapié en que se involucraron en toda la cadena de producción de coca. “La participación de la guerrilla en los recursos provenientes del narcotráfico no se limitó a la extorsión a los narcotraficantes y a los cultivadores bajo la modalidad del gramaje”, concluye el organismo. “También, como afirman distintos testimonios, documentos (…) la guerrilla se vinculó directamente al control de distintas etapas del proceso de producción de la cocaína, lo que en términos económicos significó un perfeccionamiento de su vinculación”.