Una disputa sobre los procesos electorales en Venezuela demoró y casi hace descarrilar la negociación de un sorpresivo comunicado conjunto emitido recientemente por la Unión Europea y los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá, según fuentes consultadas por ABC.
RL / Idaed / ABC
El comunicado, que supone un cambio formal de postura por parte de la Casa Blanca hacia el chavismo, expresa formalmente la disposición de «revisar la política de sanciones sobre la base de avances significativos en una negociación comprensiva». El texto empezó a negociarse en marzo, y debería haberse publicado a principios de junio, pero el equipo diplomático norteamericano se negaba a aceptar que la mención a las elecciones en Venezuela incluyera únicamente la petición de una mejora parcial con respecto
a las condiciones actuales.
Antes de que se publicara el comunicado conjunto, la número dos del departamento de Estado de EE.UU., Wendy Sherman, se reunió con una delegación de opositores al chavismo que visitaron Washington la semana pasada, y según ha sabido ABC les comentó que Blinken se había resistido a aceptar cualquier mención a unas elecciones que no cumplieran los más elevados estándares de transparencia y equidad.
Posteriormente se publicó el comunicado, que incluye la siguiente frase: «Hacemos un llamamiento a que se den las condiciones electorales que cumplan con los estándares internacionales para la democracia, comenzando con las elecciones locales y regionales programadas para noviembre de 2021».
Desde el punto de vista estadounidense, inquieta que no se haya implicado en este asunto la Organización de los Estados Americanos, que cuenta con los equipos y la experiencia para supervisar la transparencia y equidad de unas elecciones en Iberoamérica.
La OEA no observará las elecciones del 21 de noviembre de este año, en las que se renovarán todos los cargos de las 23 entidades federales y los 335 municipios del país. Aunque el jefe opositor y presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, ha expresado su voluntad de que la OEA observe por defecto los comicios venezolanos, el régimen de Nicolás Maduro se opone, tras años de irregularidades acumuladas en las sucesivas legislativas y presidenciales. Además, la OEA solo acepta observar elecciones cuando tiene acceso a todo el proceso, incluido el recuento, algo que el régimen de Maduro se opone a permitir.
Mientras a la OEA se la mantiene al margen, Borrell y su equipo ya se han puesto manos a la obra. Una misión exploratoria de la UE llegará a Caracas el 6 de julio para estudiar su participación como observadores en las elecciones del 21 de noviembre. Maduro sí ha invitado a ser observadores a Turquía y Rusia. El régimen de Vladímir Putin es observador habitual de las elecciones chavistas, y aceptó como válidas las últimas legislativas y presidenciales, consideradas fraudulentas por EE.UU. y Europa.
Capriles, ausente
De momento, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, guarda silencio, pero en el pasado ha sido muy crítico con las limitadas elecciones que ha armado el chavismo. En unas duras declaraciones hace siete meses ante las elecciones legislativas consideradas fraudulentas por el grueso de la comunidad internacional, Almagro denunció que en Venezuela, hoy por hoy, «las elecciones son un mecanismo más de impunidad, los usurpadores deben irse y deben ser juzgados por sus crímenes».
El tema de las elecciones se ha convertido en el gran impedimento para que Washington y Bruselas, con la concurrencia de Canadá, avancen de una forma más decidida hacia una oferta formal de diálogo al chavismo, aunque esta no está descartada. La semana pasada, cuando la delegación venezolana vino a Washington, Julio Borges, el opositor al chavismo encargado del comisionado para las Relaciones Exteriores, dijo que Sherman, la número dos del departamento de Estado, le aseguró que es consciente de la «necesidad urgente» de una convocatoria de elecciones «libres y justas» tras un periodo negociador.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo después que Sherman y Borges coincidieron en la «necesidad urgente» de que haya negociaciones para reinstalar la democracia y el estado de derecho en Venezuela mediante la convocatoria «de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales libres y justas».
El líder opositor Leopoldo López, que fue parte de esa delegación en Washington, fue muy claro tras varias reuniones con una serie de influyentes senadores: «Hay que buscar una negociación que nos permita aterrizar un objetivo muy concreto: elecciones libres, elecciones parlamentarias y presidenciales libres, justas y verificables».
El mensaje de esos opositores al chavismo -entre los que también estaban Tomas Guanipa, Luis E. Rondon, Gerardo Blyde, Gustavo Silva, Olivia Lozano, Veronica Barboza, Nora Bracho- al Departamento de Estado y al Capitolio fue el mismo: las elecciones deben ser bajo las mismas condiciones que las que hay en EE.UU. o Europa.
A esa visita, por cierto, EE.UU. sí invitó al opositor Henrique Capriles, quien se ausentó. Capriles dijo el año pasado que participaría en las elecciones legislativas de Maduro en diciembre si se aceptaba que las observara la UE, aunque luego se desdijo. Tampoco participará en las regionales de este año.
Recibió a esa delegación en Washington el senador Bob Menéndez, demócrata de Nueva Jersey, que hoy preside la influyente comisión de Exteriores del Senado. Menéndez ha sido muy crítico tanto con el chavismo como con el castrismo, y tiene la capacidad de poner coto a la intención de parte de la Administración Biden de hacer componendas con el régimen de Maduro. Los demócratas solo tienen una mayoría de un voto en el Senado, por lo que cada escaño tiene una influencia desmesurada en esta legislatura, que acaba en 2023. Después de que Maduro renovara en mayo la autoridad electoral y, por primera vez en casi 18 años, incluyera entre los cinco rectores a dos sin vínculo con el chavismo, Menéndez dijo que no se dejaba engañar.
En un comunicado conjunto con el también senador demócrata Dick Durbin, dijo: «Con Venezuela cayendo en picado aún más como un estado fallido, se necesita urgentemente una solución integral para abordar la crisis humanitaria provocada por el régimen y así restaurar la democracia al darle máxima prioridad a nuevas elecciones presidenciales y legislativas que verdaderamente cumplan con los estándares electorales internacionales. Es hora de que la comunidad internacional forje un camino diplomático hacia este objetivo».
Borrell, jefe diplomático de la UE, y Blinken, su homólogo en EE.UU., se vieron por primera vez en persona el 24 de marzo en Bruselas. En ese encuentro comenzaron a hablar de la necesidad de ofrecer un levantamiento parcial de sanciones, pero no se pusieron de acuerdo en a cambio de qué.
Ahí, la parte europea ya entregó a la estadounidense un documento, en el que, según dicen fuentes en Washington a ABC, no figuraba la exigencia de unas elecciones con todos los estándares de calidad y transparencia, pero sí lo que el equipo de exteriores europeo creía que eran errores hacia Venezuela de la administración de Donald Trump.
Cuando los dos diplomáticos se vieron después el 4 de mayo en Londres, en los márgenes de una ministerial del G-7, Maduro ya les había hecho el guiño a ambos de permitir a esos dos rectores del consejo electoral venezolano en teoría independientes.
En el diálogo entre Bruselas y Washington, esta última parte admitió que quería cambiar la política hacia Venezuela, tras años de duras rondas de sanciones y hasta el apoyo a un pronunciamiento opositor en 2019, que resultó fallido pero permitió la salida de López de su arresto en Caracas y su exilio en Madrid.