Yaritza de Velázquez se preparaba para visitar a su hijo en Estados Unidos y vacunarse allí contra el covid-19 ante las dificultades para hacerlo en Venezuela, pero cinco días antes de viajar cayó enferma y ahora está en una cama de terapia intensiva.
RL / Idaed / ElNacional
«Venía a quedarse una temporada y a vacunarse», repite su nuera Mery una y otra vez, frustrada con la situación, pero aferrada al 25% de chance de sobrevivir que los médicos le dan a Yaritza, de 71 años de edad. «Toca rezar mucho», dice a la AFP.
Al igual que Yaritza muchos venezolanos buscan alternativas para vacunarse ante el lento avance de la inmunización en este país, que atraviesa una segunda ola de coronavirus que desborda hospitales.
Estados Unidos es una opción para quienes tienen recursos para viajar. Pero a la mayoría no le queda otra alternativa que esperar en medio de una dura crisis que destruyó el poder adquisitivo.
Venezuela, de 30 millones de habitantes, ha recibido 1,4 millones de dosis, según el ministro de Salud, Carlos Alvarado. Ello cubre solo 2,3% de la población.
El madurismo ha vacunado a trabajadores de la salud, maestros, cuerpos de seguridad y autoridades, incluido el propio Nicolás Maduro. Médicos y enfermeras, sin embargo, han denunciado retardos.
También comenzó a sortear vacunas entre adultos mayores afiliados al «Carnet de la Patria», el documento de identidad creado por Maduro en 2017 para asignar bonificaciones y subsidios que la oposición ha denunciado como un mecanismo de control social. Si bien todos los venezolanos tienen una cédula de identidad, no todos están inscritos en este mecanismo.
«No hay un plan de vacunación, sino un sistema que ha resultado ser totalmente ineficiente». Así lo criticó Jaime Lorenzo, de la ONG Médicos Unidos.
«Para iniciar un plan nacional de vacunación debes tener seguridad de que vas a contar con un suministro continuo, periódico y suficiente para cumplir el objetivo», agregó Lorenzo.
Barajar opciones
El chavismo alega que las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela, que incluyen un embargo petrolero, impiden acceder a recursos para las vacunas requeridas.
Maduro informó en estos días que completó con sacrificios el pago de 120 millones de dólares para dosis destinadas a unas 5 millones de personas a través del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Mientras el líder opositor Juan Guaidó, a quien Washington dio control de fondos venezolanos congelados, adelantó la liberación de 130 millones de dólares para vacunas.
«Todo lo que haga falta para vacunas lo vamos a poder liberar», explicó una fuente del despacho de Guaidó, que además aseguró que la Oficina de Control de Bienes Extranjeros de Estados Unidos (OFAC) inició los procedimientos para ello.
Mientras la Organización Panamericana de la Salud (OPS), oficina regional de la OMS, procesa el pago, las autoridades discuten sobre la vacuna que estaría disponible para Venezuela. Esto tras el veto de Maduro a la del laboratorio anglosueco AstraZeneca. Así lo explicó Ciro Ugarte, director del Departamento de Emergencias en Salud del organismo.
Venezuela tenía reservadas hasta 2,4 millones de esas vacunas, que prohibió por posibles efectos secundarios.
«Probablemente para el mes de julio estarían llegando nuevas vacunas vía Covax», dijo esta semana el ministro Alvarado.
Venezuela ha recibido hasta el momento las vacunas rusas Sputnik V y las chinas del laboratorio Sinopharm, y participa en ensayos de otra candidata de Rusia: la EpiVac Corona.
Como parte del Covax, Unicef envió este miércoles 50 de 100 congeladores para la cadena de fríos.
«Demasiado riesgo»
Con el limitado acceso a vacunas, aparecen testimonios de un mercado negro en ascenso en este país, acostumbrado a lidiar así con la escasez de productos básicos.
Hay denuncias sobre hospitales públicos que aplican dosis tras sobornos de 80, 300 y hasta 600 dólares. La AFP no pudo corroborar directamente este mercado ilegal, pero las autoridades detuvieron a 4 personas sospechosas de vender vacunas por Facebook a mediados de abril.
Juan Arribas, empresario de 39 años de edad, dijo que «le ofrecieron la china», pero no aceptó.
«Demasiado riesgo», consideró, ante la falta de garantías sanitarias y las dudas sobre la capacidad de los revendedores de mantener la cadena de frío, indicó Arribas, quien viajó a Estados Unidos para recibir la vacuna de Pfizer.
«Tenía un viaje de negocios y aproveché, aunque después tomó más importancia la vacunación que el propio negocio», señaló.
Cuando recibió la primera dosis, lloró: «Piensas en todas las personas que han muerto, conocidos, familiares… son muchos sentimientos».