Lara se convierte en centro mariano con la tradición de la Divina Pastora, imagen que con su niño cargado representa una de las peregrinaciones más concurridas de Latinoamérica.
A partir del siglo XVIII, por los años 1716 al 1723, la iglesia católica a nivel mundial experimentó un auge de la devoción pastoril a la Virgen María, por lo que, en donde tenían presencia y regentaban iglesias, impulsaron la devoción mariana adquiriendo imágenes de la advocación Divina Pastora desde España (Sevilla).
Siendo así, el arraigo de la devoción mariana a la “Pastora de Almas” se inició llegando el siglo XIX, en la iglesia de Santa Rosa, epicentro de la parroquia homónima ubicada en el municipio Iribarren en el estado Lara.
Hoy en día, la manifestación colectiva conocida como la procesión de la Divina Pastora es la máxima expresión de fe de los habitantes de la entidad, quienes cada año realizan actividades que fortalecen la veneración mariana y atraen a visitantes de todo el mundo, en un encuentro de canto, rezos, promesas y plenitud espiritual.
Fue el 14 de enero de 1856 cuando los pobladores de Santa Rosa llegaron con la imagen de la Divina Pastora en brazos, a participar en los rezos organizados por el sacerdote José Macario Yépez, para ese momento párroco de la iglesia Concepción, en Barquisimeto, con el objetivo de suplicar con mucho fervor que terminara la epidemia del cólera, cuya enfermedad ya había cobrado muchas vidas.
Los santarroseños fueron testigos de la rogativa de Yépez, quien, en un acto público y lleno de fe, ofreció su vida con tal de que desapareciera la enfermedad. “Milagrosamente, la epidemia cesó y el padre Yépez murió ese mismo año”, según se recoge en el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano, editado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura 2004-2005.
A la par de la dinámica religiosa de más de un siglo y medio y en el marco de las actividades programadas para rendir homenaje a la imagen de la Divina Pastora, el estado Lara vive una explosión de emociones espirituales que se extienden a la vida civil, social, urbanística, histórica y turística, donde las autoridades nacionales, estatales y locales se enfocan en la ejecución de proyectos que consoliden la tradición popular alrededor de la virgen milagrosa.
Cultores y su devoción
Héctor Álvarez, autor del vals Oh Divina Pastora forma parte de la agrupación Así canta Lara, y él como devoto confirmó que se trata de una tradición, el amor de los larenses por la Divina Pastora. Desde niño, su familia lo impregnó de la devoción por la virgen.
Contó que vivió en la avenida Venezuela con avenida Vargas, por donde pasa la procesión, por lo que durante el recorrido de la imagen, disfrutaba de su paso cerca de su casa. Ya como adolescente la comenzó a caminar desde Santa Rosa hasta su llegada a la Catedral de Barquisimeto.
Reseñó Álvarez que los cultores y cultoras del estado Lara empezaron a dedicar sus composiciones y música a la Divina Pastora a partir de 1994, recordando que cercano a ese año la Asociación de Folkloristas del estado Lara logró la grabación de un CD con 16 grupos autóctonos.
“Para ese momento yo pertenecía a Lara en Golpes, y ese hecho coincidió con la época de diciembre por lo cual en el mes siguiente, el 14 de enero de 1995, decidimos reunirnos en casa de unos compañeros en la avenida Venezuela, con calle 17, para celebrar que habíamos logrado realizar la grabación. Se fueron sumando vecinos tocando golpes y sones de negro, esperando la procesión, comiendo sancocho”.
Tal convite de cultores y cultoras en la casa de la familia de Pipo Aguilar (director de Lara en Golpes) que surgió de forma espontánea, al año siguiente a petición de los vecinos, fue creciendo con la participación de más agrupaciones y así perduró por espacios de quince años, la veneración a la virgen desde la avenida Venezuela.
Resume Álvarez que, a partir del año 2010, aproximadamente, oficializado el 12 de enero como el día cuando los cultores rinden tributo a la Divina Pastora, comenzaron a formar parte de la programación de la fiesta religiosa dentro de la plazoleta del centro histórico de Santa Rosa y es desde allí donde cantan y bailan en homenaje a la patrona espiritual de los larenses.
El vals de Álvarez manifiesta una mirada amorosa de fe por parte de quienes la veneran: “La ternura en tu cara refleja la esperanza del creyente que reza con fe y por devoción y desde Santa Rosa mi voz te acompaña con cánticos hermosos, caminando orgullosos en tu gran procesión. Oh Divina Pastora, madre de los larenses todo el amor mereces por darnos esa luz, por ser tú la elegida de traer a Jesús que por salvar al mundo sufrió y murió en la Cruz”.
Un río de gente
Teófilo Querales, integrante del grupo gaitero del Instituto Municipal de Cultura y Arte, compartió que la fe a la virgen ha venido creciendo de generación en generación. Al respecto dijo: “Sí, eso es de toda la vida, aquí la costumbre es que cuando se es de padres católicos hay la devoción por la Divina Pastora. A uno desde niño lo llevaban para la procesión, pero antes no era tanta gente como ahorita”.
Comentó que, en la actualidad, algunos padres manifiestan cierto temor en llevar a los niños “porque ahora son dos o tres millones de personas y lo ven como un riesgo, es un río de gente” describió.
Querales es de los que hacen música como hobby, pero asegura que inició el culto con los grupos que lo invitaban como músico y como cantante de Gaiteros del 76, agregando que “los gaiteros tienen la costumbre de grabar todos los años una pieza a la virgen”.
Me gusta mantener mi ritmo
El periodista Daniel Oviedo asegura que su madre creyente católica fue quien lo acercó a la Divina Pastora.“Desde pequeño asistía a la iglesia de la Catedral, vivo cerca. Mi mamá fue la que me inculcó la religión católica; mi papá no es religioso. Hice la primera comunión y luego me integré al grupo de jóvenes de la Catedral (Pastoral Juvenil) y siempre servimos en la seguridad del templo y la Divina Pastora, los días que estaba en la Catedral”.
Oviedo no siempre va en procesión y las veces que la ha caminado, ha sido solo. “No me gusta la compañía, me gusta mantener mi ritmo, dentro del cordón y cuando iba afuera iba al lado de la virgen”, detalló. Su fe la manifiesta de modo de dar gracias a Dios y por respeto a su iglesia católica precisando que “nunca le he pedido nada”.
Como periodista (actual reportero de la televisora local Somos Televisión) reveló: “Estoy dispuesto a contar la historia de la gente con mucho entusiasmo. La gente es la protagonista, con cada persona hay una historia que contar, sea corta o larga, sencilla o dramática; eso es lo que a mí me gusta en el marco de la devoción y la fe, manteniendo el profesionalismo y la objetividad”, opinó Oviedo.
Le pedí por la salud de mi hijo
Para Yelitza Figueroa es una devoción que ha pasado por todas las generaciones en su familia. Sus padres siempre le enseñaron a su hermana y a ella “estar muy cerca de Dios y de la virgen”.
“Mi mamá fue muy devota de la Divina Pastora. Mi papá trabajaba en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado que está al frente de la plaza Macario Yépez, y ahí la esperamos todos los años, nunca caminamos completa la procesión”. Su devoción se fortaleció en dos momentos importantes de su vida; uno de ellos cuando estuvo embarazada de su segundo hijo ya que sufrió un conato de aborto.
“Le pedí por su salud y quería tenerlo, nació sano y le prometí que le iba a caminar todos los años como mi madre siempre quiso pero por razones de trabajo tampoco lo había logrado, no había podido cumplirle”. Comentó que su hijo desde pequeño ha dormido con la imagen de la Divina Pastora debajo de su almohada.
El segundo momento, de mayor fe en la virgen, lo evidenció en 2017 al fallecer su padre.“Yo me encontraba en la vida y le pedí que me ayudara a no perder el camino de enseñanza”.
Sorpresivamente, en 2020 le delegaron cumplir sus labores dentro del cordón de protección a la imagen durante la procesión, disfrutando de estar a su lado durante los siete kilómetros de recorrido hacia la Catedral de Barquisimeto y logrando cumplir su antigua promesa y ofreciendo sus dones a ella.
Mi devoción es de agradecimiento
Juanyuly Colmenarez, habitante del municipio Palavecino (Cabudare), quiso compartir que desde pequeña sus padres la vistieron de pastorcita pagando promesas por su salud.