23 noviembre, 2024 9:44 pm

Día del Niño: la ONU contempla que un niño no debería estar encarcelado

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Luis Pedernera (Bella Unión, Uruguay, 1969) es, desde el pasado mes de mayo, presidente del Comité de los Derechos del Niño, el órgano de Naciones Unidas encargado de velar que los estados firmantes cumplan el Convenio Internacional sobre los Derechos del Niño de 1989 y sus Protocolos.

El pasado 26 de junio el Comité condenó a España por tratar a dos menores que llegaron solos como si fueran mayores de edad, a pesar de presentar documentos que avalaban que eran niños.

Pese a que la Convención está firmada por 196 países (con la notable excepción de Estados Unidos), al Comité le afectan singularmente las dificultades económicas de la ONU, y durante un tiempo estuvo en duda que fuera capaz de celebrar su tercer periodo de sesiones.

“Eso hubiese significado un atraso importante de nuestro trabajo, un golpe a la labor de los órganos de control y una señal de debilitamiento de nuestra acción”, explica Pedernera, que asegura que el volumen de trabajo va en un aumento, porque cada vez se presentan más denuncias de violación de sus derechos por los propios niños, al amparo del Tercer Protocolo.

Además, el comité acaba de revisar su posición sobre los derechos del niño y la justicia penal, elevando el estándar de comienzo de la responsabilidad penal de 12 a 14 años; de fijar directrices sobre implementación del protocolo sobre venta, prostitución y utilización de niños en pornografía; y está empezando a trabajar su posición relativa a los derechos del niño en el ambiente digital.

Pedernera, que acudió a Vélez-Málaga para pronunciar una charla dentro del curso de verano de la Universidad de Málaga La inmigración de las personas vulnerabes, aclara al final de la charla que sus respuestas expresan su opinión personal, y que el Comité fija su postura oficial en sus resoluciones y documentos.

Usted ha pronunciado una charla sobre la intervención del comité en defensa de los menores migrantes. ¿Cuál es esa intervención?

En el caso de España hemos elaborado el documento de conclusiones y observaciones en 2018. Hemos planteado los principales puntos de preocupación, y entre los seis que se definen está el de la niñez migrante y niños no acompañados. Ese es el documento de recomendaciones, producto del diálogo que se inicia con mucha antelación, recibimos informes oficiales y alternativos de diferentes fuentes, que culminan con una sesión en Ginebra a la que va el Estado. España es también parte del Tercer Protocolo, que es el de peticiones individuales. Tenemos una carga importante de peticiones realizadas al Estado español, y la mayoría son sobre la condición de los niños migrantes.

Recientemente, la foto de Valeria Martínez y su padre, ambos ahogados tratando de cruzar el Río Bravo, ha vuelto a colocar ante la opinión pública el drama de la inmigración de forma muy gráfica. ¿Vivimos a golpe de imagen?

[Suspira] Lamentablemente, sí. Es el impacto de la noticia y la foto, y después todo vuelve a su supuesto cauce de normalidad, que para nosotros es que la vida continúa con normalidad, y para ellos continúa en esa situación de gravedad, que es querer llegar a algunos países y que eso implique la pérdida de vida. Y sobre ello prácticamente no nos conmovemos. Ese es uno de los peligros del impacto mediático. Algunos autores lo llaman el acostumbramiento a realidades persistentemente dolorosas: como son realidades que se repiten, ya no nos conmueven. Esa parte es la que tenemos que resistir, no acostumbrarnos a ese sufrimiento, que tiene que conmovernos, y la conmoción nos tiene que hacer pasar a la acción, que debe implicar un cambio en las condiciones de vida, en particular de esos niños.

¿Tienen efecto estos impactos en el diseño de las políticas?

De eso se trata. De trabajar a nivel de la comunidad, pero para eso hay que involucrarse en procesos más profundos que tienen que ver con cambiar concepciones dominantes en la hegemonía de nuestros pensamientos, que van muy ligadas a “estos son unos vagos, vienen a sacarnos el trabajo…”. Un pensamiento dominante muy común en nuestras sociedades reacciona frente a la foto, pero vuelve a su postura habitual, de rechazo fuerte a las personas de otra procedencia o cultura, y la foto ya no conmueve más. La responsabilidad trasciende al periodismo y nos involucra a todos, y en especial a actores que tienen responsabilidad política. En tanto ese tablero no se mueva podemos estar condenados a ver recurrentemente imágenes como esa.

¿Tiende la sociedad a ver antes al migrante que al niño?

Creo que hay algo de los dos, y que lo peor aflora cuando el niño no se adapta a las condiciones dominantes de lo que esperamos de ese niño. Si se ha disciplinado y aceptado sin chistar los patrones culturales de la sociedad a la que arriba no hay problema. Pero cuando presenta síntomas de resistencia, no quiere decir que sea violenta, sino que implican también sus creencias culturales, la forma en que habla… Eso ya puede molestar y exaspera algunas reacciones que no son las mejores. Eso hay que trabajarlo desde concepciones más profundas, con un enfoque que arranca en la familia, la comunidad y se concretan en políticas educativas o de salud.

¿Y vamos en la buena dirección?

Creo que las cuentas pendientes son muchas. El tema de la migración es de muchos ribetes, y todavía no nos hemos preparado para recibir al migrante desde lo que implica recibir una cultura e idiosincrasia diferente, y recibirla a partir de la riqueza que la diversidad que ese conjunto de personas implica para nuestra cultura. Yo vengo de un país conformado fundamentalmente por procesos migratorios, y hoy empiezan a aparecer señales preocupantes que empiezan a ver migrantes como personas de segunda categoría. Nadie está a salvo, y el principal desafío es pensar en la riqueza del migrante hacia las culturas locales. Me acuerdo de un cartel de la ACNUR que debe tener más de treinta años: era la foto de Einstein, con el lema “Nadie llega a un país con las manos vacías. Einstein era un migrante”. Ese mensaje no podemos perderlo, para ningún migrante.

¿Cómo ve el auge de determinados partidos de extrema derecha en Europa? ¿Es un peligro para los niños migrantes?

Son fenómenos preocupantes. La humanidad experimentó en carne propia el fenómeno del nazismo como un fenómeno de exterminio de grupos sociales. Nadie quiere volver a repetir esa historia. En ese sentido, hay que mirar con preocupación esos fenómenos, y es obligación de los estados abordarlos rápidamente, con políticas proactivas que no favorezcan el caldo de cultivo de estas concepciones que son de fuerte rechazo al diferente. En este momento está muy concentrado en los migrantes, en la mayoría de los países. También en nuestra región [Sudamérica].

En España se investiga ahora el fallecimiento con síntomas de asfixiade un menor en un centro de Almería, que acumulaba denuncias previas. Ha habido otros casos en lugares como Melilla, donde se acumulan desde hace años las denuncias contra La Purísima. ¿Cree que en estos centros hay un control público suficiente para evitar estas situaciones?

En las políticas migratorias ha predominado un enfoque de seguridad. Las políticas migratorias deben ser abordadas, pero no exclusivamente por la seguridad, sino como política pública, en especial en los niños. Cuando llega un niño debe ser tratado como un niño, y se le deben garantizar sus derechos como niño, como un niño español. Debe estar en el sistema de protección, no debe estar encarcelado o detenido. El Comité de los Derechos del Niño, con el Comité de Trabajadores Migrantes, ha dicho que la detención de niños por condición migratoria debe abolirse en la ley y en la práctica. Es un mensaje muy fuerte. Por primera vez hemos utilizado la palabra “abolir”.

Hay que garantizar el acceso de los niños migrantes a todos los derechos, y eso significa que estén integrados en el sistema educativo, que puedan desarrollar una vida en comunidad, si hay familia con ella y si no que la distancia no lo aísle de la sociedad, que pueda acceder al sistema de salud, a la vivienda… Como el tema de la migración está marcado por la seguridad, toda esta dimensión se pierde, y por eso decimos que el enfoque tiene que estar basado en los derechos humanos del niño, admitiendo su especial condición vulnerable para actuar en consecuencia.

Hace unos días, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas emitió dos resoluciones en las que concluye que España violó los derechos de dos niños inmigrantes que llegaron solos al país. ¿Tiene algún efecto la vulneración de los derechos del niño por un Estado?

Hemos determinado algún tipo de reparación, no recuerdo específicamente, pero creo que en uno de los casos es pecuniaria, y en el otro establecer un estatus como si hubiese ingresado legalmente. Eso es lo que se le ha pedido a España. Es vinculante, porque las convenciones son aprobadas por los Estados, sin que nadie los obligue. Lo que intentamos es ayudar a los Estados en avanzar en la implementación de la Convención y cumplir los derechos del niño. Hay plazos para que pueda dar cumplimiento.

Una de las recomendaciones en las que el comité hacía énfasis en marzo de 2018 es en la revisión de los protocolos de determinación de la edad.

Sí. Hemos dicho que la radiografía de muñeca y exámenes de molares no sirven para la determinación de la edad, porque son pruebas de la década de los 50 con un margen de error bastante grande. Hay que avanzar en la determinación de la edad de tipo holístico, con equipos interdisciplinarios. En otras resoluciones se plantea al Estado que revise esto.

¿Qué respuesta han recibido?

Por las noticias que tenemos está en proceso de revisión. Hay unos plazos para que se informe al Comité de qué pasos se han dado, pero esperamos que vaya en la línea de revisar esos aspectos. Creo que llevamos 17 casos decididos sobre España, admitiendo unos, inadmitiendo otros o archivando.

¿También casos de devoluciones en caliente de menores?

Sí. En enero resolvimos uno de un niño de origen malí que fue devuelto en caliente a Marruecos. Hizo un peregrinaje por diferentes países, hasta que pasa un tiempo en la frontera de Marruecos, víctima de represión. Intenta cruzar, la policía marroquí le destruye la dentadura, hasta que cruza hasta la tercera valla, espera colgado en la valla, y cuando baja es capturado por la Policía y entregado a la policía marroquí. En ese caso pedimos una indemnización para ese menor.

Aunque usted ha venido hablar sobre la situación de los niños migrantes, hay otras situaciones que afectan a los niños en España. Una de ellas es la pobreza infantil, con datos mucho peores que en el resto de Europa.

Por eso el Comité al inicio establece seis cuestiones que deben ser abordadas rápidamente, entre las que está la calidad de vida, donde planteamos esto. Los datos socioeconómicos son preocupantes, y sitúan a España en un lugar peculiar en la región. El dato fragmentado por edad, donde más salta a la vista la pobreza es en los menores de 18 años.

El acoso escolar ha pasado por debajo del radar durante mucho tiempo, hasta que se ha revelado como un problema muy serio. ¿Qué recomienda el Comité para erradicarlo?

Hemos recomendado la aprobación de una ley integral contra la violencia contra los niños, que debería contemplar el acoso escolar. Sabemos que hay un proyecto de ley.

“El Comité recomienda que el Estado parte prohíba la participación de niños menores de 18 años como toreros y como público en espectáculos de tauromaquia”. ¿Le sorprende que esto siga sin hacerse?

Al Comité le han mostrado que hay ciertos estereotipos y patrones de violencia en la tauromaquia, que comienza en niños chiquitos y hay un proceso de insensibilización frente al sufrimiento, que es lo que preocupa al Comité. Ha venido planteando la preocupación por esos aspectos. Ya se planteó en Portugal, México, Perú, Ecuador… Pero los problemas de la niñez en España son más relevantes que esto, que es una cuestión que debería ser atendida.

ACNUDH

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