Se llaman José Manuel y Janet y frisan los 50 años. Carecían de antecedentes policíales y residían en un chalé entre Móstoles y Alcorcón digno de una pareja de clase media-alta. Desde hace una semana «les han mudado» a la cárcel.
Este matrimonio, con todo lo que la palabra conlleva en muchos casos (tenían sus idas y sus vueltas), no tenían oficio, pero sí beneficios.
Y bastante importantes. Los que les han llevado a dormir a la sombra por traficar con (que se sepa) un alijo de nada menos que una tonelada de cocaína. Pero lo más llamativo de todo, más allá de sus conexiones europeas y americanas, es el «modus operandi» que utilizaban. Importaban la mercancía dentro de rocas de mineral de cobre.
Aún investiga la Policía cómo esta mafia de narcos consiguió meter cada paquete, de algo más de un kilo, en las piedras, que estaban totalmente selladas. Como la yema y la clara dentro de una cáscara de huevo (mucho más dura, eso sí), sin ningún orificio ni «caleta».
La operación Janka-Flot ha sido comandada por el Grupo XIV de Policía Judicial de Madrid, con la colaboración del Grupo I de la Brigada Central de Crimen Organizado. Las pesquisas comenzaron hace algo más de año y medio, a finales de 2017.
Llegó a nuestros agentes información de inteligencia internacional; la Policía Nacional se puso manos a la obra y descubrieron que el matrimonio venezolano estaba detrás del negocio.
Durante meses, les sometieron a seguimientos y comprobaron cómo, cada ocho semanas, aproximadamente, se reunían en centros comerciales y otros lugares públicos de Madrid.
Tirando del hilo, descubrieron que José Manuel y Janet controlaban, a través de testaferros, tres empresas, con el objeto social de importación y exportación de mineral de cobre.
Además, estaban interesados en la compra de maquinaria pesada, como pequeños retroexcavadores, y adquirieron un toro articulado de los que se utilizan para mover palés, por ejemplo.
La investigación sobre las empresas se prolongó mientras que no cesaban las vigilancias a los sospechosos. Hasta que, a finales de este mes de abril, los agentes de Crimen Organizado detectaron una partida de 12 toneladas de piedraque iban a llegar a España desde Guayaquil, en la provincia costera de Guayas de Ecuador.
Lo hizo en contenedores marítimos, pasando por el puerto de Cartagena de Indias (Colombia), para recalar en el de Barcelona. Los investigadores, lógicamente, sospecharon al instante sobre el verdadero contenido de tan ingente mercancía. ¿Para qué querrían tantísima piedra los venezolanos y sus compinches?
Además, durante los últimos tiempos, comprobaron que el entramado supuestamente empresarial iba a instalarse en una enorme nave de Humanes de Madrid, que habían alquilado. El hecho de que este municipio sea uno de los que más instalaciones industriales de este tipo tiene en la región quizá influyó en su selección.
La carga fue en tren de mercancías desde la Ciudad Condal a Zaragoza; desde ahí a Madrid utilizaron una empresa de transporte por camiones cuyos responsables no sabían nada al respecto de lo que estaban llevando en sus tráilers. Lo habían declarado como mineral de cobre.
30 policías a mazazos
Los agentes «reventaron» la nave el 28 de mayo, justo antes de que los narcos extrajeran la droga. Fueron necesarios 30 policías durante casi 30 horas picando piedra por piedra para extraer la coca. Empezaron a las nueve de la noche del 28 y no terminaron hasta pasada la una de la madrugada del día 30. Tuvo que ayudarles el Grupo Operativo de Inspecciones Técnicas, de la Comusaría General de Seguridad Ciudadana.
En total, se arrestó a tres venezolanos; cuatro mexicanos (que se sospecha que son los que «conformaron» las piedras); un español y otros dos albaneses que trabajaban en la nave.
Están en prisión. En la casa del matrimonio hallaron 5.000 euros. Gran parte de la droga se iba a quedar en España y el resto iría a Centroeuropa. Su valor en el mercado, tirando por lo bajo, era de 30 millones de euros.