Cómo recuperar la libertad de Venezuela

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Por la vía legal, lógica y natural manera de resolver un conflicto tan peligrosamente grave como el que mantiene agobiado a nuestro pueblo, utilizando con emoción ciudadana, porque es un derecho constitucional, el nuevo Consejo Supremo Electoral, es el deseo mayoritario de los casi 32 millones de venezolanos que anhelamos que el sol salga de nuevo en la Patria de Bolívar.

Los veinte años perdidos a consecuencia de una gestión comprobadamente pésima, que paralizó el crecimiento económico, convirtiendo al país, ayer inmensamente rico, en un país hoy atrapado por el hambre y la miseria, tienen que detenerse. No se puede permitir que continúe esta alocada carrera hacia el precipicio.

Venezuela quiere regresar a la normalidad. La de ser una nación empeñada en progresar, en que su gente tenga una mayor y mejor calidad de vida. Un país que vuelva a ser considerado entre los decididos a vencer para siempre el subdesarrollo; que destierre la corrupción; donde impere la justicia, el respeto a las leyes y la pluralidad sea bandera.

No podemos seguir siendo presa de quienes quieren, por la fuerza, imponer al comunismo como sistema de gobierno, tratando de convencer que ese es el único que le facilita al hombre la igualdad y su crecimiento social.

Esa es una gigantesca mentira histórica y filosofalmente un engaño. Nadie que haya leído la verdadera historia del comunismo como gobierno en donde se instaló por la fuerza, desconoce que la realidad fue trágica en todo sentido. Baste un solo ejemplo: en la Unión Soviética Stalin, para atrincherarse en el poder, se llevó a la tumba el tétrico récord de haber ordenado la muerte de 200 millones de rusos por rechazar sus pretensiones comunistas.

Tampoco es que prefiramos al capitalismo. Pero entre éste y aquél, la enorme diferencia estriba en que uno doblega al hombre, le quita todas sus libertades, y el otro le ofrece las oportunidades de buscarse cómo progresar en democracia, y no entre los barrotes de una celda ideológica o la de una prisión..

Negar que el país sufra la crisis más grave que haya vivido en lo que lleva de república, sólo se le ocurra a un desfasado de la realidad, a quien enfermo de fanatismo no quiere entender que es un disociado; que no le importa que el hambre y la pobreza lo tengan sometido.

Tampoco que aumente la cifra de niños muriendo en los hospitales por desnutrición y ancianos por falta de medicamentos., Igual, que allá abajo, en el Sur, con el Arco Minero, el afán de un gobierno que, voraz, requiere de oro para financiar sus sueños de grandeza, esté dañando de manera irreversible nuestro medio ambiente. Menos que, saqueada como fue, por utilizarla cual caja chica de la revolución, Pdvsa vaya palo abajo, y que nuestra producción petrolera sea ya vergonzosa por lo cada vez más reducida.

Reencontrarle el camino a Venezuela, entonces, es la gran tarea, la obligación mayor de los ciudadanos de este tiempo de angustia, que están viendo cómo cada vez se reducen sus derechos, mientras el liderazgo oficialista se los aumenta dada la descarada exclusión que se profundiza en contra de los que no aplauden los desaciertos del régimen.

El camino que se anhela no es otro que el alcanzar la paz, sobre todo, y que esa paz política traiga la paz social, de modo que todos podamos vivir en una nueva Venezuela donde la democracia, por decisión mayoritaria, mediante el voto, sustituya al comunismo, disfrazado de socialismo, que se le quiere imponer.

El primer gran paso es sufragar por la democracia cuando se llame a elegir la nueva Asamblea Nacional. El segundo, las presidenciales.

AngelCiroGuerrero NEspartano

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