27 noviembre, 2024 10:57 am

Cómo el régimen de Maduro juega con el hambre y miseria de los reclusos

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El Centro de Formación para el “Hombre Nuevo El Libertador”, conocido como cárcel Fénix, ubicado en el sector Tocuyito del estado Carabobo, tiene capacidad para albergar a 1.100 privados de libertad pero actualmente tiene bajo su custodia más de 1.600 presos.

La situación en este centro de reclusión es de las más críticas que hay en cuanto a temas alimentarios. En recientes reuniones que sostuvo el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) con familiares, se pudo conocer que varios reclusos tuvieron que recurrir a comerse a un perro del recinto en momentos de desesperación por el hambre que viven día a día, actualmente se encuentran castigados por el hecho, pero el Estado ni las autoridades competentes tomaron esto como un llamado de alerta para dar solución.

El Estado tiene la responsabilidad por ley de preservar la vida de todos los privados de libertad que entran bajo su custodia una vez que son recluidos, dar alimentación, planes de rehabilitación y sobre todas las cosas hacer lo que sea necesario para preservar su calidad de vida y la vida en sí, pero en Venezuela esa ley se pasa por alto, los familiares son los que dia a dia deben ir a llevar comida, pero en el caso del centro “Hombre Nuevo”, no se cumple la ley y no se permite que nadie más se haga cargo.

En este centro de reclusión las visitas están limitadas a una vez por mes; sin embargo, no se les permite a los familiares entregar alimentos crudos para suplir todos los días en que no pueden entregar paquetería, lo que ha convertido esto en un negocio interno, un negocio de hambre, donde los que custodian el lugar venden a los reclusos “catalinas” por más de 2.000.000 Bs y 1 kg de arroz por 2.500.000 Bs, siendo ambos alimentos los que rigen la dieta diaria de los reclusos, arroz sancochado y el que puede, una catalina; ninguno de los dos compensa la falta calórica y proteica necesaria, pero sí los bolsillos de los que negocian con la necesidad.

La falta de la alimentación debida ha traído como consecuencia altos niveles de desnutrición en el lugar, lo que pone a los reclusos en la posición de ser más propensos a adquirir enfermedades infecciosas por el debilitamiento de su sistema inmunológico y como destino final, y ya constante en el lugar, la muerte.

Esta problemática no es un caso aislado ni reciente, familiares reportan que reclusos fallecen casi mensualmente y no es informado inmediatamente, se llega a saber del estado de los residentes de este lugar una vez que familiares van a visitarlos, ahí es cuando de forma recurrente, algunas madres y personas cercanas al recluso se enteran de que el mismo falleció. La causa de muerte tampoco es informada debidamente pero la falta de peso pone en evidencia la desidia y el abandono en el que mueren los presos en este lugar.

“A ellos no los mata el COVID sino el hambre; no nos informan cuando se mueren, nos enteramos cuando vamos a visitarlos. Nuestros hijos están privados de todos sus derechos, no puede persistir esta calidad de vida”, relató la madre de un recluso que tiene más de 5 años en el lugar esperando por ser juzgado.

Familiares que han podido ver recientemente a los reclusos a través de una reja, lograron conocer que en los pasillos de la enfermería hay una cantidad importante de privados en estados graves de desnutrición. Las autoridades alegan que no hay vehículos ni gasolina para trasladar a los enfermos a ningún lugar.

En este centro penitenciario se está tomando como una práctica sistemática, constante y a su vez como política carcelaria, el hambre y el abandono. Desde el OVP reiteramos que las cárceles y centros de reclusión no deben ser el castigo para el que cruza la ley, la privativa de libertad es el castigo que acompañado de programas de rehabilitación y disciplina se logra el fin de estos lugares, la reinserción a la sociedad del individuo que por razones diversas incurrió en algún delito.

Recordando la regla 5 de las Reglas Mandelas que reza que el régimen penitenciario debe reducir al mínimo las diferencias entre la vida en prisión y la vida en libertad que debilitan el sentido de responsabilidad del recluso o el respeto a su dignidad como ser humano y que las administraciones penitenciarias deben facilitar todas las instalaciones para que los reclusos con discapacidades físicas, mentales o de otro tipo participen de forma plena y efectiva en la vida en prisión, desde el Observatorio hacemos un llamado a las autoridades para prevenir y detener todas estas politicas que estan acabando cada vez con más vidas.

Cortesía de Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones

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