Cómo el chavismo despótico se apodera de Venezuela. Bodegas llenas de champán francés, salmón sellado al vacío y queso italiano aparecieron en tiendas en bancarrota en Venezuela. Parece inexplicable frente a la crisis económica del país pero es parte de la transformación del socialismo del régimen de Nicolás Maduro al capitalismo despótico para intentar salir del precipicio financiero.
RL / Idaed / Tal Cual.
Su reciente viraje coincide con el mismo despotismo aplicado para efectuar elecciones con todas las ventajas que dan el poder, el dinero, los sistemas de ponderación de votos, el control del espectro mediático, las amenazas y a menudo también con la compra directa de votos y los votos cautivos. Solo que esta vez avanza a otro campo: la economía.
Mutación discreta
Irónicamente, contrario a todo lo que vociferaron las hordas rojas durante años, hoy en día el chavismo muta y desplaza a otros grupos de poder que son más pro mercado, liberalización de la economía y tienen más poder político. Son alianzas lejos de los reflectores y de los medios que evidencian su traspaso a un régimen que toma medidas asistenciales y clientelares con medidas económicas favorables al capital.
Sin embargo, esta no es la única señal de su reorientación hacia la implementación del capitalismo a modo despótico, también entre otras cosas figura el incumplimiento de los postulados izquierdistas que plantean proyectos para la defensa de la seguridad social y la protección de la clase obrera en áreas como seguros y pensiones, dos aspectos, destruidos en los últimos años. Una población que el chavismo ha utilizado como carnada en su discurso populista por años para atraer a nuevos militantes
Además, a pesar de cobijarse con «críticas a la derecha» por abrirse a los mercados y desatender a la industria local en aras de brindar más dinamismo comercial, Maduro y sus políticas clientelistas acabaron con la industria nacional y el comercio formal con políticas de sobrevaluación de la moneda, que generaron fuga de capitales y favorecimiento de empresas extranjeras en detrimento de las nacionales.
Y está sucediendo. La mayoría de los bodegones y nuevas empresas importan libres de aranceles, sin proceso de nacionalización ni revisión profunda, afectando a empresas nacionales que producen asfixiados por impuestos. De esa manera, “se está beneficiando al importador, algo típico de la derecha neoliberal, ya que es la izquierda la que trata de aliviar la desigualdad a través de impuestos mayores” apunta Tal Cual.
Tema en auge
Nicolás Maduro enfrenta circunstancias excepcionales, atípicas y de emergencia donde se juntaron las crisis posibles en el país. La primera de ellas, la crisis de la renta petrolera derivada del colapso mundial que volvió inviable el sostenimiento de sus actividades a punta de barriles. Por otro lado, están las consecuencias de su errada política económica en el manejo de la deuda que asciende a 60 millones de dólares, de las divisas, las reservas internacionales y las sanciones de Estados Unidos.
Todo ello lo condujo a “restricciones no vividas por el país en otro momento” que lo obligan a mostrar una “tendencia favorable al mercado pero enmarcado en una tendencia global hacia despotismo de nuevas clases medias” revela Tal Cual. Así el chavismo promueve la construcción de nuevas burguesías.
Otras visiones sostienen que Venezuela nunca ha salido del capitalismo, ni de sus dos formas dominantes, el liberal, que tiene predominio de la actividad económica responsabilidad exclusiva del sector privado, y el de Estado que ha dependido del papel protagónico que tenía la administración pública por ser un elemento clave para la mediación de la extraordinaria renta petrolera.
Lo innegable es que el tema ronda la cabeza de Maduro y en cierto modo también la del chavismo. Ya sobre esto tuvo un lapsus público donde aseguraba que “los capitalistas roban como nosotros” refiriéndose a su régimen
Oportunismo con dolarización
Con los tabú sobre el dólar a un lado, la divisa norteamericana inunda el mercado mientras las empresas privadas —antes enemigas de la revolución— venden lujos como ron de diseñador y carros importados.
¿Se trata de una conversión en el lecho de muerte al libre mercado o el giro de un reservado sobreviviente al capitalismo autoritario para salvar el capitalismo? “Ni lo uno ni lo otro. El motivo más probable para el interés de Venezuela en las prácticas del libre mercado es la anomia acompañada del oportunismo, con algo de delincuencia” analiza El Mostrador.
Por eso, el mal gobierno de Nicolás Maduro inventó una moneda sin credibilidad internacional (el Petro), anunció controles de precios fantasiosos, designó un presidente de contrabando para su Asamblea Nacional y está dando paso a un falso capitalismo para mantener a los de bolsillos más profundos en burbujas de placer y así evitar un “motín en la parte más alta de la pirámide porque la mayoría de los venezolanos con mucho dinero son aliados del régimen”.
Esos aliados son quienes tenían inversiones en el extranjero antes de las sanciones de Estados Unidos y ya no pueden mover su dinero. Todos se ven ahora obligados a invertir en el país y Maduro para garantizar rentabilidad se deshace de los controles de precios.
Pero Maduro también ha hecho todo lo posible para complacer a otro grupo poderoso aparte de su cofradía del chavismo que también se lucra de ciertos acuerdos. En este caso se habla de los burócratas, los operadores políticos, los oficiales militares y la variedad de delincuentes a los que agasaja con empleos, concesiones públicas e incluso autoridad con nombramientos. Eso se sabe y está documentado.
Un engaño a la vista
El truco de este arreglo es relajar las reglas y mirar hacia el otro lado ante las violaciones, a fin de promover las empresas en las sombras, pero nunca transcribir esas prácticas para convertirlas en política o en ley. “Sabemos que muchos venezolanos han sufrido y mueren de hambre. Sin embargo, también hay muchas personas que se han beneficiado de las maniobras de Maduro”, asegura Mónica de Bolle, miembro sénior del Instituto Peterson para la Economía Internacional. “No son reformas, son bocados para los compinches. Todo es un acto de equilibrismo”.
Se trata de mantener la narrativa socialista y antiimperialista, que el gobierno considera elementos clave de identidad para el movimiento chavista.
Oposición inquieta
La oposición de Venezuela está inquieta por la repentina afinidad de Maduro por el espíritu del capitalismo. El dirigente opositor Juan Guaidó promueve mercados más libres y reglas más relajadas para la inversión extranjera, especialmente en la exploración petrolera. Y eso es ahora lo que parece estar haciendo Maduro cuyas maniobras revelan que pretende tener su propia revolución y también venderla.
Para un país que ha perdido el 65 % de su riqueza nacional desde 2013 y ha visto un aumento en la pobreza extrema del 10 % de la población en 2014 al 85 % en 2020, el alivio sigue siendo una ilusión porque “el liberalismo de ersatz no cambiará eso” sostiene el especialista en temas económicos en América Latina de Bloomberg, Mac Margolis.
Una imitación estratégica
Las economías aliadas del chavismo son China, Turquía, Rusia e Irán y “recibir esa ayuda exige condiciones de liberalismo económico. Eso fue lo que hizo China para sacar adelante a su país. Es lo que se debe hacer» vocifera desde las filas roja, su dirigente David Paravisini.
Ese nuevo enfoque justificaría el interés de Maduro de establecer acuerdos con los tenedores 60000 millones de dólares en bonos, algunos de ellos estadounidenses —con la ayuda como asesor del exministro socialista de economía de Ecuador, Patricio Rivera, a quien acaba de contratar— para ofrecerles una asociación con una compañía de perforación en el extranjero a la que se le otorgarían los derechos de los campos petroleros como un medio para recuperar su deuda.
A la par de esos puentes que intenta tejer se reitera permanentemente el discurso que ha mantenido el chavismo sobre las denominadas «mieles» del socialismo cuando en la práctica se refuerza un patrón afín al capitalismo con restricción de libertades políticas electorales, con un conjunto de negocios privados y públicos sometidos a restricciones internacionales bajo una ley antibloqueo que esconde la magnitud de las transacciones.
Siguiendo ese camino, el destino de Venezuela se proyecta, sin duda, a un sistema político autoritario con una economía de mercado. Insólito pero posible.