Si la excongresista Aída Merlano tiene la intención de ofrecer algún tipo de reparación a los colombianos por los crímenes cometidos, debería aprovechar esta sonada recaptura para prender el ventilador y contarles a las autoridades toda la información que tiene sobre la empresa criminal que se construyó a su alrededor.
La saga Merlano parece una comedia. Su fuga bajo los ojos de un impotente Inpec empezó tirándose por la ventana de un odóntologo y terminó, ahora, con su captura en Venezuela. Atrapada en Maracaibo, no deja de ser extraño que fueran las Fuerzas Armadas Especiales de la Policía Nacional Bolivariana (Faes) quienes dieron con su paradero.
Ese grupo es considerado el ala más extremista y de confianza del dictador de ese país, Nicolás Maduro, y ha sido denunciado por la alta comisionada de las Naciones Unidas y por Human Rights Watch por cometer asesinatos extrajudiciales.
La captura de Merlano puso en aprietos a la diplomacia colombiana. En la noche del lunes, el Ministerio de Justicia anunció que “cuando el juez competente solicite la extradición, el Gobierno Nacional hará la solicitud ante el legítimo Gobierno de Venezuela, en cabeza de Juan Guaidó”.
El problema es que, en términos prácticos, la Faes no reconoce el poder de Guaidó y solo responde a los deseos de Maduro.
Entonces, la administración del presidente Iván Duque se enfrenta a una encrucijada poco envidiable: o entabla relaciones diplomáticas con una dictadura a la que ha rechazado abiertamente en cada oportunidad que ha tenido, o se atiene a que la suerte de Merlano será incierta.
Su prioridad, en todo caso, debe ser traerla de vuelta cuando antes. Son irresponsables quienes afirman que los posibles nombramientos del Gobierno en su nuevo gabinete están fomentando que no se insista mucho en el regreso de la exparlamentaria.
Independientemente del final para esa novela diplomática y jurídica, si Merlano regresa al país es el momento de que las autoridades hagan todo lo posible para obtener la información que la exparlamentaria ha mantenido bajo reserva.
En varias ocasiones, a través de su familia y directamente, Merlano se dijo abierta a colaborar con la justicia. Es hora de que cumpla esa promesa.
El espectáculo que ha rodeado este caso, donde las instituciones han quedado en vergüenza por una fuga que jamás debió ocurrir, ha opacado el hecho de que se trata de uno de los avances anticorrupción más importantes en la historia del país.
Haber logrado desmantelar la organización criminal de compra de votos y manipulación de la democracia al servicio de Merlano es un triunfo de la justicia. Sin embargo, son muchos los pendientes, en particular identificar quiénes eran las cabezas interesadas en los beneficios de los ilícitos cometidos.
Hasta ahora solo han sido condenados mandos medios y Merlano, quien claramente no era la única responsable de un aparato de corrupción que tenía (¿tiene?) amordazada a la región Caribe del país.
Exparlamentaria: es momento de prender el ventilador. Entendemos su miedo, pero las autoridades tienen las herramientas para garantizar su seguridad. Si decide hablar, vendrán tiempos difíciles para el país, pero la democracia saldrá fortalecida.
Idaed