Los bonos del Tesoro de Estados Unidos a largo plazo cerraron el martes con su mayor retorno desde 2014, después que la desaceleración de la economía local llevó a la Reserva Federal a recortar las tasas de interés en tres ocasiones este año.
La ralentización agravada por la guerra comercial entre Washington y Pekín, la débil inflación y el miedo a que la Fed hubiera ido demasiado lejos al subir las tasas el año pasado generó un cambio radical en 2019, que en un punto llevó a los rendimientos referenciales a sus menores niveles desde 2016.
La muy seguida curva de rendimiento entre las notas a dos años y 10 años también se invirtió en agosto, señal de que es probable que se produzca una recesión en los próximos uno o dos años. Desde entonces, el diferencial se ha ampliado a sus mayores niveles desde octubre de 2018.
El retorno de la deuda a largo plazo ganó este año en base a las preocupaciones de que la baja inflación y el débil crecimiento persistirán o incluso empeorarán. La demanda por rendimientos, con muchos bonos en Europa y Japón operando con tasas negativas, apoyó su destacado rendimiento.
Los bonos a 30 años registraron un retorno de 17,15% este año, según Bank of America Merrill Lynch. Las notas referenciales a 10 años cerraron el año con un retorno de 9,03%.
En 2014, los bonos a 30 años presentaron un retorno de 29,43% y los de 10 años un 10,72%.
Sin embargo, el optimismo este mes de que está mejorando el panorama del crecimiento en Estados Unidos y un incremento en el apetito por el riesgo después de que Washington y Pekín acordaron la Fase 1 de un acuerdo comercial, han afectado los rendimientos del año.
Los papeles a 30 años perdieron 2,83% este mes y las notas a 10 años cayeron un 0,91%.
Los mercados de financiamiento a un día permanecieron estables el martes, indicando que la Reserva Federal contrarrestó cualquier posible tensión de fin de año.