23 noviembre, 2024 10:07 am

Blanca Rosa Mármol: Guaidó está negando la voluntad de seis millones de venezolanos

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Debajo de la mesa, a un lado, relegada y en el mismísimo olvido dejó Juan Guaidó la consulta popular que organizó y lideró en diciembre con coaliciones de la sociedad civil para demostrar con participación ciudadana el rechazo del país al régimen de Nicolás Maduro.

RL / Idaed / APP

Los seis millones de venezolanos que se expresaron en contra de las elecciones de la Asamblea Nacional chavista y exigieron el cese de la usurpación del poder son ignorados por el líder opositor al proponer un nuevo “plan de salvación nacional” para negociar con el régimen que decía desconocer.

“Es una farsa. No se explica cómo surge este planteamiento que evade el sentimiento de la gente que quedó claramente manifestado en la consulta popular. Lo de ahora es un planteamiento inaceptable en el que nadie puede creer cuando además hay un Consejo Nacional Electoral que es absolutamente ilegítimo, derivado de la designación de una Asamblea aún más ilegítima”, aseguró Blanca Rosa Mármol de León, magistrada emérita del Tribunal Supremo de Justicia, quien formó parte del comité organizador de la consulta popular.

Su visión sobre la iniciativa es que esta forma parte de un escenario de manipulación que además es preocupante porque “hubo un Guaidó que estaba con la gente, que creía en lo que se estaba haciendo en la consulta popular pero este nuevo Guaidó es absolutamente contradictorio”.

Deficiencias en los roles

Ese giro en la dirección de Guaidó tiene explicaciones evidentes. Una de ellas es que “no ha sido capaz de emanciparse” porque “desde el momento en que asumió la presidencia interina de la República, la presidencia constitucional, debió abandonar la presidencia de la Asamblea Nacional como la Constitución manda porque el otro (Maduro) no es presidente constitucional sino que detenta el poder”.

Pero ese no fue el camino de Guaidó y hoy paga el precio: depender de los partidos del G4 –Acción Democrática, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular– que parecen marcar la pauta en esta situación en la que está obligado a impulsar una “propuesta que no le hace ningún bien ni a él ni al país”

Con un entorno complejo, más costos se añaden a sus acciones como la deslegitimación de su figura, considerando que si ahora Guaidó prevé reconocer la Asamblea Nacional elegida por el chavismo en la jornada fraudulenta del 6 de diciembre, estaría admitiendo que su cargo de presidente interino pierde legitimidad.

Y él también palidece con la “burla” que impulsa, cuando ni siquiera el grupo organizador y participante de la consulta popular tuvo noticias de que otra propuesta se estaba gestando. “Todos fuimos sorprendidos y decepcionados”, confiesa la exmagistrada.

Una ilusión más

Guaidó saltó del discurso de confrontación al de cooperación. Y la distancia no es menor. En ello, hay muestras de las debilidades estratégicas que afronta como la falta de respuesta efectiva de los aliados internacionales y la presión de los partidos políticos.

Solo así se entiende el acuerdoque ofrece Guaidó, en el que incluye la celebración de eleccionespresidenciales, parlamentarias, regionales y municipales “libres y justas”, la entrada masiva de vacunas contra el coronavirus, ayuda humanitaria; la liberación de todos los presos políticosy el regreso de los exiliados a cambio de incentivos a su contraparte, entre ellos, garantías democráticas y el anhelado levantamiento progresivo de sanciones, condicionado a que este cumpla los objetivos fundamentales del acuerdo.

Pero en esos términos el paquete es una ilusión. “Es una oferta retórica porque Maduro no ha manifestado nunca que quiera ir a unas elecciones presidenciales y que esté dispuesto a entregar el poder”.

Sus pasos arrastran al país a la confusión una vez más. Y las negociaciones son las responsables cuando “nadie sabe qué tipo de negociaciones son las que se plantean y lo único claro es que no resolverán el problema de Venezuela porque no son sinceras con un Consejo Nacional Electoral que ha sido una farsa, durante en este nefasto periodo de 20 años de elecciones donde se vota pero no se elige”.

«Acuerdo de rendición nacional»

Sin ser un pesimista contumaz sino realista, el exalcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, señaló que la nueva hoja de ruta planteada por Guaidó, Maduro la ve como un “acuerdo de rendición nacional” que le sirve al régimen en bandeja de plata. Así lo manifestó en su cuenta de Twitter

Tiene motivos para sostenerlo. Antonio Ledezma habló con PanAm Post y aseguró que “un zángano como Maduro” puede transformar el gesto de aparente buena voluntad de Guaidó en una debilidad porque “siempre escamotea los acuerdos y aprovecha los diálogos para ganar tiempo, como lo hizo recientemente con la parodia moderada por Noruega en Barbados, donde desmontó las protestas cívicas de calle, mientras activaba su plan alacrán con la reincorporación de los diputados chavistas al parlamento que habían abandonado”.

Sobre la consulta realizada en diciembre pasado, Ledezma sostiene que si bien no se preguntó a la ciudadanía si respaldaba diálogos con Maduro, se acordó «luchar por la invocación de la solidaridad internacional para liberar a Venezuela», así como «no avalar fraudes electorales».

Sin esperanzas en la eternidad 

El futuro del plan es incierto pese a que Maduro se declaró dispuesto a sentarse con Guaidó, con los noruegos y con el Grupo de Contacto “donde quieran y cuando quieran”. Ya él se confiesa “listo para ver que se saca de ahí”. El escenario le sonríe cuando su adversario parece abonar el terreno que su tiranía se ha esforzado en conseguir: la desaparición del gobierno interino.

¿Qué harán los venezolanos? “La respuesta no será favorable”. El mensaje implícito en el cuadro político potencia el rechazo porque es un “mensaje que no convence sino prolonga esta situación que tenemos inadmisible en Venezuela con una detentación del poder institucional y con todos los poderes del Estado nombrados de manera inconstitucional donde nadie confía”, proyecta Blanca Rosa Mármol de León. Sin embargo, la promesa de “salvación” es eterna en el cristianismo, judaísmo y el islam. Quizá la de Guaidó sea más conceptual que terrenal.

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