28 marzo, 2024 9:02 pm

Ejecutaron al autor de uno de los crímenes de odio más impactantes

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Un supremacista blanco fue ejecutado el miércoles en Texas por matar a un negro hace 20 años encadenándolo y arrastrándolo con su auto, en un crimen comparado con un «linchamiento de los tiempos modernos» que indignó a Estados Unidos.

Al no haber obtenido una suspensión de último momento de parte de la Corte Suprema, John William King, de 44 años, recibió una inyección letal a las 19:08 locales (00:08 GMT) en la penitenciaría de Huntsville.

King, que profesaba ideas racistas y tenía tatuajes nazis en su cuerpo, fue condenado a la pena capital en 1999 por haber participado con otros dos blancos en el asesinato de James Byrd.

En la noche del 7 de junio de 1998, fingió que quería acompañar en auto a ese hombre de 49 años que regresaba caminando a su casa después de una fiesta.

En el 2011 fue ejecutado otro participante en el crimen, Lawrence Brewer, mientras que el tercero, Shawn Berry, cumple cadena perpetua tras haber cooperado con los investigadores.

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James Byrd fue asesinado de la manera más cruel en 1998. (AP).

Berry dijo en el juicio que King, Brewer y él bebieron cerveza, salieron de parranda en una camioneta y en la carretera le ofrecieron a Byrd llevarlo con ellos en el vehículo. Luego lo condujeron hasta un camino remoto, donde lo golpearon brutalmente y lo encadenaron a la parte trasera del vehículo.

Byrd aún estaba vivo cuando lo arrastraron a lo largo de unos tres kilómetros. Según los médicos forenses, sufrió terriblemente y se decapitó cuando su cabeza golpeó un caño de cemento.

Su cuerpo desmembrado fue hallado frente a una iglesia a la que asisten negros en la pequeña localidad de Jasper, en Texas.

En menos de 48 horas, la policía había interrogado a los autores del crimen Berry y King, ambos entonces de 23 años, y a Brewer, que tenía 31.

Los dos últimos, que se habían unido a una banda de supremacistas blancos durante una estancia en prisión, fueron condenados a la pena capital en juicios distintos.

Durante el proceso de John King en 1999, miembros de los grupos supremacistas Ku Klux Klan y Panteras Blancas manifestaron en Jasper, recordando tiempos oscuros en Estados Unidos.

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Algunos de los tatuajes de John William King. (AFP).

El padre del acusado lanzó sin embargo un llamado a favor de la reconciliación racial. «Todos somos seres humanos, negros y blancos (…) debemos aprender a amarnos entre nosotros y no a odiarnos».

Diez años más tarde se aprobó una ley federal para reforzar la lucha contra los delitos motivados por el racismo, la homofobia y todo tipo de odio. La ley fue adoptada en nombre de James Byrd y de Matthew Shepard, otro joven homosexual que fue golpeado hasta la muerte.

King mantuvo hasta último momento una actitud ambigua. En una carta dirigida a un periódico local, reivindicó su inocencia y aseguró que no estuvo en el lugar del crimen.

Sin dar explicaciones sobre las colillas de cigarrillos que fueron encontradas con su ADN u otros elementos de la acusación, añadió que fue «perseguido» por «expresar abiertamente» su «orgullo por su raza».

En la audiencia, no tomó la palabra, pero dejó que sus abogados acusaran al sistema carcelario de Texas por su radicalización.

Según ellos, el hombre fue violado por presos negros y luego se puso bajo la protección de una banda con ideas extremistas, de ahí sus tatuajes que hacen referencia a los SS nazis, o el KKK o al «orgullo ario».

King fue el cuarto detenido ejecutado en Estados Unidos en el 2019.

Tres de las hermanas de la víctima habían previsto asistir a la ejecución. «No nos curará, pero se habrá hecho justicia», dijo una de ellas, Louven Harris, en Nueva York.

 AFP/ElComercio

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